miércoles, 26 de marzo de 2014

Expediente PLC (00 02H). Procesamiento de Información


Desperté todavía en medio de la oscuridad de la noche.
Sentía mucho frío.
De hecho, fue por el terrible frío que sentía por todo el cuerpo por lo que había despertado.
Me di cuenta de que estaba todo mojado.
Había dejado de llover, y por entre las nubes se escabullían algunos rayos de luz provenientes de una hermosa Luna en cuarto menguante.
Aturdido, trataba de recordar lo que había pasado, y si todo había sido sólo un sueño.
Alcé la mirada y vi cómo árboles y arbustos me rodeaban por todos lados.
Acostado sobre la hierba, poco a poco empecé a recobrar fuerza.
Cuando quise incorporarme, percibí dolores en cada parte de mi cuerpo.
Y recordé que hacía unos momentos, o quizá horas, no lo sabía, que había caído de un puente.
Tenía que estar contento porque seguía vivo, no?
Pero mi cuerpo había sufrido de lleno el impacto con el agua.
Eso debió hacer que perdiera la conciencia.
Y si había perdido la conciencia, cómo es que había salido del río?
Y dónde estaba Jenni?
Jenni!
Me incorporé entonces rápidamente, y, al notar que ella no estaba por ningún lado, me puse a gritar su nombre... mas no obtuve respuesta.
Sólo percibía el rumor del río, el cantar de los grillos y de otros insectos, el croar de las ranas, y el viento acariciendo las ramas de los árboles.
Al incorporarme, pude darme cuenta de que no traía la chamarra que Jenni me había prestado, ni tampoco zapatos, y que me encontraba a unos pocos metros de la orilla del río, de un caudaloso río que había aumentado su flujo gracias a todo el agua vertida por la lluvia.
Comencé a reconocer el lugar con el fin de orientarme.
Pude percibir algunas luces intermitentes a lo lejos.
Eran automóviles que circulaban por la carretera.
Después pude descubrir entre las penumbras de la noche una pequeña cabaña abandonada.
El rostro de las cosas cambia radicalmente por la noche.
Gracias a estos detalles, pude concluir que estaba cerca del camino que conducía a mi casa.
Así que di lentamente algunos pasos hacia ese sendero.
Era extraño. Yo había despertado a varios kilómetros de distancia de donde estaba el puente del cual nos caímos Jenni y yo.
Y lo más extraño era que el lugar donde desperté estaba a contracorriente del río.
Cómo pude llegar hasta allí, salir del agua, si yo estuve inconsciente todo el tiempo?
Seguramente Jenni me llevó a ese lugar.
Una idea me iluminó la mente.
Quizá ella estuviera a salvo y estaría ya en casa, en mi casa.
Así que con gusto aceleré el paso, a pesar de lo adolorido que sentía todo mi cuerpo; pero el caminar rápido me haría entrar en calor...
Durante mi trayecto fui recordando los sucesos recientes.
Trataba de pensar y de comprender cada detalle.
Deseaba que todo aquello hubiese sido sólo un sueño, una pesadilla.
Sólo quería llegar a casa, quitarme esta ropa mojada, encender la chimenea, meterme a mi cama y dormir. Me sentía tan cansado y molido.
En algunas ocasiones, gritaba el nombre de Jenni, pero nunca obtuve respuesta.
Por el camino, me deshice del exceso de líquidos de mi cuerpo; todo debido al frío que sentía.
Después de muchos resbalones por el camino lodoso, llegué a casa.

Mis cachorros comenzaron a ladrar cuando todavía estaba yo a varios metros de la casa.
Sentí mucho gusto escucharlos.
Una vez frente al portón de acceso, metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón para sacar la llave electrónica para abrir la puerta.
La saqué, pero...
No funcionaba!
Estaba completamente mojada.
Miré mi brazo izquierdo bajo la luz de la entrada de mi casa, y vi que allí estaba la pequeña cortada que me había hecho mi amiga para instalarme el chip de comunicación.
Así que intenté ponerme en contacto con Jenni; tal vez ella estaría en casa y me podría abrir...
Hice varias marcaciones, y, aunque percibía el tono de marcado, ella no me contestó.
Decidido a entrar a casa, pasé al plan B.
Al otro lado de la casa, había dejado un duplicado del control de acceso a mi casa, bien escondido entre la maleza, resguardado en una pequeña caja de acero inoxidable.
Cuando me fui aproximando al lugar, percibí que algo se movía entre las sombras.
Casualmente, Jenni no me había dejado ningún arma.

- Quíen es? Quién anda allí? - grité un poco nervioso.

Por supuesto, no obtuve respuesta.
Lenta y sigilosamente, me aproximé al lugar.
Y otra vez escuché el crujir de ramas, por lo que quedé inmóvil por unos momentos?

- Eres tú Jenni?... Soy yo, Franco... Sal, por favor...

Otra vez sólo silencio.
Seguí avanzando. Llegué hasta la caja metálica.
Como no había sucedido nada, con mucha confianza estiré el brazo para abrir la puerta de la caja, pero...
Un zorrillo saltó y pasó apresuradamente a un lado de mí, yo perdí el equilibrio, y pronto el lugar se inundó de un olor peculiar...
Aunque no quise darle importancia al incidente, el aroma me causó náuseas y...
Abrí la caja, saqué el control de la puerta, y me fui todo mareado a la entrada de la casa.
Ese amiguito travieso se perdió entre el follaje y las penumbras de la noche.

Finalmente, entré a mi casa, saludé y abracé a mis cachorros con mucha alegría, aunque ellos me hacía un poco el fuchi, tal vez porque su sensible olfato percibía mi agradable olor a... un animalito color negro con blanco.
Cuando estuve a punto de abrir la puerta que me conducía a la sala, escuché ruidos de motor acercándose a la casa, y mis cachorros se apresuraron a llegar al frente y ponerse a ladrar.
Escuché que los autos se acomodaban frente a mi casa; luego escuché el cerrarse las puertas de los vehículos, enseguida unos pasos graves crujiendo sobre la tierra, alguien tocó violentamente el portón de mi casa, y el clásico:

- Abran la puerta! Es la policía!

Parecía que mi noche no había terminado todavía...
"Rayos! Ahora qué va a pasar?", me pregunté.
Me dirigí a la puerta lateral de la entrada, noté unas pinzas tiradas en el piso, las levanté, y abrí.

- Buenas noches! En qué puedo servirle, oficial? - pregunté a un tipo malencarado vestido con una gabardina negra acompañado de otros dos energúmenos también vestidos del forma similar para la ocasión.
Mostrándome una bonita placa de color amarillo metálico, me dijo:
- James Bean. Agencia de Inteligencia. Estamos en la búsqueda de dos peligrosos fugitivos que se adentraron el bosque hace unas horas. Qué nos puede decir al respecto. Los ha visto? Ha escuchado algo extraño en su casa o en los alrededores?
- Ah, ustedes son del FBI! - les pregunté algo emocionado. Por fin conocí a James Bean en persona.
- No somos del FBI - me contestó de manera seca y tajante.
- Entonces, de la Interpol
- Tampoco de la Interpol! - ahora había subido su nivel de voz, y percibí que se estaba enfadando un poco.
- Entonces son...
- Ya le dije que somos de la Agencia de Inteligencia del Gobierno, sus siglas son AIG!
- No había escuchado de tal organización... Por qué ustedes no son tan populares?
- No somos una organización; somos una agencia. Y aquí quien hace las preguntas soy yo!
- Está bien; no se moleste; yo sólo quiero cooperar, en lo que pueda...
- Buscamos a una pareja muy peligrosa de delincuentes. Estas son sus fotografías. Son los terroristas más buscados en el mundo.
Me mostró las fotografía, y pude ver que la foto de la chica correspondía al de mi amiga Jenni; al otro personaje, por suerte no era yo, nunca lo había visto en mi vida. Tuve que contener mis impresión, pero creo que ellos la notaron.
- Qué le sucede? Por qué se sobresalta? - me preguntó el agente.
- Disculpe señor James, sentí un escalofrío; creo que me he resfriado - respondí.
- Por qué está usted tan mojado, señor...?
"Qué le respondo? Qué le respondo?", pensé mil veces en mi cabeza...
- Franco... Me llamo Franco... Estaba yo en la sala de mi casa cuando... Cuando de pronto me quedé sin energía eléctrica. Sí, hace rato sucedió eso. Así que me puse a revisar por toda la casa... Y encontré un desperfecto en el cableado; pero ya lo arreglé justamente cuando ustedes iban llegando; mire, aquí traigo las pinzas en las manos; la lluvia ha sido inclemente conmigo...
- Ya veo. Qué me dice de estos sujetos?
- Siento mucho no poderles ayudar; pero sabe, yo pensé que el delincuente más buscado era un personaje dedicado al tráfico de estupefacientes, llamado...
- Todo mundo sabe de esos personajes; pero a nadie le interesa atraparlos realmente; usted también cree en las noticias de la televisión; nosotros somos agentes serios y profesionales; nosotros trabajamos en misiones ultrasecretas; y créame que estos terroristas que le acabo de mostrar, no son conocidos por ningún reportero. Nosotros no jugamos a los policías y ladrones como las otras instituciones gubernamentales, quienes ni siquiera saben de nuestra existencia. Y le aseguro que no querrá toparse con estos terroristas.
- De acuerdo, señor James. Y me da gusto que hagan así su labor. Lamentablemente no tengo he comprado café para invitarles a pasar y conocernos mejor; así que, con su permiso, me retiro a descansar, y les deseo...
- Creo que usted no nos ha entendido; nuestra prioridad es encontrar a estos terroristas, a como dé lugar; vamos a registar su casa...
Esto último lo dijo acompañado de un ademán que hizo con la mano a sus compinches indicándoles que avanzaran y entraran en mi casa. Por lo que yo repliqué:
- Espere, espere, espere! Usted necesita una orden de cateo para ingresar o una invitación que yo le haya mandado por correo; como no tiene ninguna de las dos, sería un delito que ingresara así a mi casa...
El agente James sonrío por un breve momento, y dijo:
- Por favor, señor Franco, no interfiera o lo arrestaremos...
Al acercarse a la puerta de mi casa sus secuaces, o mis cachorros empezaron a ladrar con más fuerza, y uno de ellos lo tuve que sujetar del collar para que no atacara a estos no-invitados...
Uno de los hombres sacó su pistola y apuntó hacia mi perro...
La tensión había subido al máximo...
De pronto sonó un teléfono.
Era el móvil del agente James.
- Esperen! - gritó a sus subalternos, y atendió a la llamada. Y dijo:
- Calle a sus malditos perros!
Se alejó unos pasos, y alcancé a escuchar su diálago...
- Los encontraron?... No?... Sólo una chamarra?... Entonces estoy por el rumbo equivocado... Voy para allá...
Colgó.
Miró a sus camaradas, y les dijo:
- El equipo de búsqueda acuática encontró la motocicleta en el fondo del río, y una chamarra negra en la orilla del río, corriente abajo; al parecer tomaron el rumbo contrario al que estábamos pensando. Regresemos.
Luego se dirigió a mí y me dijo:
- Siento mucho los incovenientes, señor Franco.
- No se preocupe; no he tenido una buena noche.
- Sólo le quiero advertir una cosa: Cuídese de estos terroristas; tiene la capacidad de manipular su mente y hacerle pensar que lo que ellos le piden es lo correcto. Recuerde: Ellos son súmamente peligrosos. Si sabe algo de ellos, háganoslo saber de inmediato.
- Descuide; no soy fácilmente manipulable; recibí una formación bastante sólida de pensamiento científico; soy bastante escéptico y un lógico implacable... Y yo le informaré si llego a saber algo de ellos; por cierto, cómo se llaman?
- Jennifer di Lesso y Vladimir Alexandrov. Espero que no olvide sus rostros y sus nombres; son una pareja sumamente peligrosa...
Esto último me lo dijo cuando iba subiendo a su auto, pero de pronto salió corriendo debajo del auto un animalito con pelaje negro y rayas blancas, y... escuché decir al agente:
- Maldición! Animal del demonio!
Sacó su pistola, pero el zorrillo ya había desaparecido otra vez en la maleza y en la oscuridad, no sin antes dejarle al agente un agradable recuerdo.
- Vámonos de aquí! - gritó con gran enfado.
Momentos después vi alejarse los vehículos de lujo en los que habían llegado estos fieles trabajadores del gobierno.
Y yo cerré la puerta de la entrada.
Ya dentro de casa, me dirigí a mi habitación, a darme una buena ducha para quitarme el insoportable aroma que me había dejado este querido mamífero...
Cuando encendí la luz de mi habitación pude ver que sobre mi cama había un estuche de color negro con un símbolo extraño...
Jenni!
Se vino a mi mente. Y me puse a gritar su nombre por toda la casa; pero no obtuve respuesta ni la encontré por ningún lado.
Me quité toda la ropa y la arrojé por la ventana, impregnada de un fuerte y desagradable olor.
En la ducha, al tallarme la espalda, sentí un gran dolor en las costillas. Al verme al espejo del baño, pude advertir dos grandes hematomas, como los producidos por impactos de bala cuando se usa chaleco antibalas... Y entonces caí en la cuenta de que la chamarra que me había prestado Jenni era a prueba de balas. Me salvó la vida...
Después de una larga ducha, me apliqué todos los perfumes que tenía a la mano de todas las marcas conocidas para mitigar o disfrazar el olor residual que quedaba en mi cuerpo. De algo serviría, supongo.
Finalmente, me tomé unas pastillas para el dolor, y me acosté en mi cama pensando en Jenni, en dónde estaría, si ella se encontraría con vida, y, además, en el contenido de aquella misteriosa maleta que había puesto sobre mi cama, justo al lado mío.
No quería abrirla; por el día de hoy, ya habían tenido suficientes emociones...

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[Continuará...]
    

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