viernes, 29 de agosto de 2025

Expediente PLC (00 0DH). Puerta de Entrada al Control Digital

 


    Mis cachorros me esperaban listos para salir de paseo; y yo, un poco fumigado, pues no había dormido del todo bien, derivado de pasármela un buen rato por la noche pensando en ser nuevamente anfitrión de Dana y Susana y de brindarles una agradable estancia, me había puesto de pie dispuesto a renovar energías haciendo ejercicio recorriendo la zona natural que circunda mi casa de campo. Así que, ya con mi ropa deportiva y mis tenis puestos, recorrí al azar los alrededores en compañía de mis mascotas.

    Regresé a casa, hice un poco de meditación, me desayuné un licuado de frutas, preparé los temas y el proyector, y luego me dirigí a la sala, y me dispuse a esperar a mis visitantes leyendo un libro que tomé al azar de uno de los libreros. Me quedé absorto en la lectura del libro “Los dragones del edén”, y, de improviso, pero con puntualidad, arribaron Susana y su pequeña.

    Abrí la puerta de entrada a la propiedad, y, luego de los saludos iniciales y de que Dana jugara un poco con mis mascotas, sabiendo que no habían tenido contratiempos durante el trayecto, pasamos al interior de la casa. Aunque el ambiente era fresco, era tolerablemente agradable y apropiado para disfrutar la mañana. Pasamos a la cocina, y, luego de que comieran alguna fruta y disfrutado de un poco de chocolate calientito unas piezas de pan, nos dispusimos a repetir el plan del día anterior, que era el de enseñarle a Dana acerca de los PLCs, y Susana, por su parte, se quedaría aparte organizando actividades personales, haciendo llamadas, y, como era de esperarse, nos prepararía algo delicioso de comer, que degustaríamos a la hora de la comida.

    Comencé con un repaso rápido de los temas del día anterior, y consulté con Dana si tenía dudas hasta el momento, pero me respondió negativamente. Así que proseguimos, no sin antes preguntarle a la pequeña, de forma muy directa, lo siguiente:

- ¿No se supone tienes clases en la Universidad? ¿No estás asistiendo al campus?

    A lo que me respondió:

- Sí; sí tengo clases todos los días, pero, algunas de ellas no son presenciales. Hoy, por ejemplo, ya tomé mis clases de 7 a 9 de la mañana. A veces requiero ir a hacer prácticas en los talleres de la Universidad y mi mamá me lleva. Pero en estos días tomaré las clases en casa. Y pienso que algunas de las prácticas que me encarguen las podré realizar aquí en tu laboratorio, si no te molesta.

- Muy bien, Dana. Cuando desees, puedes venir y realizar tus trabajos; no me molesta, al contrario, me da gusto poderte brindar ayuda – le contesté. Y añadí:

- Entonces, te has de levantar muy temprano; apenas te dará tiempo de estar lista para venir aquí. Yo me levanto antes de las 6 y me pongo a trotar por los alrededores, regreso, de ducho y desayuno; me agrada levantarme temprano, pero, al menos por ahora, es por gusto que así distribuya mi tiempo. A ti no te dará tiempo de hacer ejercicio, supongo.

- ¡Debe ser genial ejercitarse en el bosque! Yo vivo en la ciudad, y hay pocos espacios naturales. Aquí me encantaría practicar todas las mañanas. De momento sólo practico en casa, aunque también asisto a clases.

- ¿Más clases? ¿Por la tarde? ¿En la Universidad? ¿Allí haces ejercicio?

- No; son clases de artes marciales, de Kung-Fu. Tengo dos clases entre semana por la tarde; pero practico todos los días en casa – me contestó con aire de seriedad Dana.

- ¡Vaya! Una vez más, me sorprendes, que, a estas alturas, ya debería estar acostumbrado a escuchar sorpresas como esa -respondí a la pequeña. Y seguí con mis cuestionamientos:

- ¿Cómo es que te nació esto de aprender artes marciales? Pensé te inclinabas por ser pacífica y poco agresiva. ¿Veías películas de karate, o algo así?

- No; te equivocas; fue mi papá quien me empezó a enseñar, pues él era militar y sabe de defensa personal y artes marciales. Me dijo que si quería aprender, y le dije que sí. No me parece una disciplina violenta; pienso que es bueno saber defenderse, aunado a eso, hago ejercicio, me mantengo en forma, puedo concentrarme mejor en mis actividades, y lo disfruto mucho. ¿A ti no te gusta? ¿Crees que eso hace malas a las personas? – me preguntó la pequeña.

- Bueno, yo sólo he visto esas disciplinas en el cine, y, pues no lo había visto desde la perspectiva que planteas. Puede que algún día me enseñes algo de karate; ¿es lo que practicas, cierto?


 - No; no es karate; es Kung-Fu. Y yo puedo enseñarte, así como me enseñó mi papá. Sólo le preguntaré a mamá cuándo podemos practicar – me respondió Dana. Luego añadió:

- ¿A las cuatro de la mañana está bien?

- ¿Cómo que a las cuatro? A esa hora todavía estoy bajo los influjos de Morfeo. ¿No podría ser más tarde?

    La pequeña finalmente salió de su postura seria, se sonrío, y delató que sólo estaba bromeando. Y me dijo:

- ¡Sí; era broma! Puede ser más tarde. ¿Vale?

- ¡Me parece grandioso! – respondí. Y añadí:

- Bien; continuemos, Dana. ¿Qué te parece?

    La pequeña asintió con su cabecita rubia, y dimos inicio al tema del día, el cual se mostraba en la diapositiva correspondiente:

Arquitectura de un Control Digital

    Aunque matizamos un poco, el tema ya le era familiar a la pequeña Dana. Así que pasamos al siguiente apartado:

Definición y Componentes de una CPU

    No bostezó la pequeña, pues, a todas vista, ya también conocía todos estos conceptos. Sin mucho qué decir, nos saltamos al siguiente tema:

Opciones de Comunicación en un PLC. Comunicación Serial

    Bueno, por fin un tema del que Dana sólo había escuchado, que le causó interés, este de la comunicación RS-232. Le mostré que era una forma muy elemental de transmitir datos por un cable; le mostré cables de este tipo, cables de comunicación serial RS-232, le expliqué, de forma general, qué parámetros involucraba (puerto de comunicación, velocidad, paridad, detección de errores, etc.), y cómo podía construir su propio cable. Le pareció interesante a la pequeña, al igual que la comunicación RS-485 y DH+. Despejadas sus dudas y saciada su curiosidad, abordamos la siguiente diapositiva:

Opciones de Comunicación en un PLC. ComunicaciónEthernet/IP


     Supuse esto de la comunicación por red Ethernet le sería bastante familiar, pero noté en su expresión algo raro cuando abrí el tema, como si algo en su interior hubiera hecho clic. Y me preguntó:

- ¿También los PLCs manejan este tipo de comunicación?

    A lo que le respondí:

- ¡Sí, también! Eso los ha hecho más amigables, pues, como ves, hay un gran contraste entre la comunicación serial y la comunicación Ethernet. Claro, como vemos, la comunicación por red Ethernet doméstica no es exactamente la misma que se maneja en los PLCs. Para ser más precisos, específicamente en Siemens utilizamos, ya sea ProfiNet o Industrial Ethernet, y con Allen-Bradley empleamos Ethernet/IP. Bajo ciertas consideraciones, sobre todo, atendiendo a la seguridad de la información, de las máquinas, de los procesos, es posible realizar una conexión en red para que, por ejemplo, a nivel de supervisión, los encargados de áreas como de producción o gerencia puedan ver el proceso a nivel de planta. Esto se logra conectando la red de control (de los PLCs) con la red administrativa. Incluso, puedes llevar, como digo, bajo restricciones de seguridad, todo el proceso de la planta a la red y poderlo monitorear desde tu casa o desde cualquier parte del mundo.

    Al terminar de decir esto, Dana seguí en silencio, como si esto le fuera enteramente nuevo. No sé qué había en su mente que, aunque de enorme intelecto, habitaba en una pequeña de apenas 11 años.

- ¡Muy bien! – finalmente comentó.

- ¿Todo claro, Dana? – le pregunté al verla salir de su ensimismamiento.

- ¡Sí, por supuesto! – respondió. Y agregó:

- Y aprenderé a cómo hacerlo, ¿verdad?

- ¡Claro! A estas alturas de la tecnología de los PLCs es una práctica inherente para programar una CPU. Establecer comunicación, en casos como Siemens y Allen-Bradley, en sus líneas más actuales, por medio de Ethernet, es absolutamente indispensable. Y eso es casi siempre lo que hacemos para conectarnos a un PLC. Casi siempre, porque puede haber algunos equipos que requieran que primeramente se les configuren los parámetros de red, como son dirección IP y máscara de red, y para ello sea necesario hacer un paso previo, y comunicarnos mediante algún otro puerto que, pudiera ser, por ejemplo, un puerto USB o RS-232. Pero una vez configurado su puerto Ethernet, las siguientes tareas fluyen más rápido y te liberan de algo molesto en la mente. De alguna manera te sientes más a gusto programando por un puerto Ethernet que por algún otro. Y eso te da libertad para proseguir la programación con un inconveniente menos. Pero, no te preocupes, pronto aprenderás a conectarte a un PLC. ¿De acuerdo, Dana?


- ¡Sí, sería grandioso! – respondió.

- ¡Excelente! – exclamé. Y añadí:

- ¿Te parece que continuemos, o ya quieres un descanso? Ya ves que esto ha sido pura teoría hasta ahora.

- No. Está bien. Me agradan mucho los temas; no tengo problema para seguir aprendiendo – me aclaró Dana.

- ¡De acuerdo! Sigamos. ¿En qué nos quedamos?... ¡Ah! ¡Sí!, en las redes Ethernet. Ahora pasamos a:

CPU’s de la familia de PLCs Simatic S7-1500

    Aunque este tema le atrajo la atención a la pequeña Dana, advertí que se estaría preguntando cómo serían en la realidad esos dispositivos que sólo veía en las diapositivas. De momento, sólo se limitaría a imaginarlas. Llegado el momento, comenzaríamos a practicar con un PLC de verdad.

    Y cuando me preguntó:

- ¿Qué es un HMI? ¿Qué es TIA Portal?

    Le respondí:

- Para responder a tus preguntas, pasemos a la siguiente presentación:

Interfaces hombre-máquina Simatic

    Visto el tema, le comenté:

- Y ahora respondo a tu segunda pregunta con esta diapositiva:

“Simatic TIA Portal v12”

    Y agregué:

- TIA Portal es el software para programar los PLC’s de Siemens, S7-300, S7-1200 y S7-500; también te permite configurar drives o variadores de velocidad, que son equipos que regulan, como su nombre lo dice, la velocidad de motores eléctricos; y, además también permite programar los HMI’s, los que vimos en la presentación previa. ¿Tienes dudas?

- Sí, muchas; pero creo que cuando practiquemos muchas de ellas se me despejarán. De momento sólo veo un amplio panorama de lo que son los PLCs, y pienso que poco a poco iré aprendiendo y tendré una idea más clara de qué son, en base a lo visto hasta ahora, y cómo darles el uso para el que fueron diseñados. ¿Verdad? – me preguntó la pequeña.

    A lo que le respondí:

- Efectivamente. Aunque, para tu caso, eso de poco a poco, no aplica, pues tú aprender muy rápido. Ya en cuanto empecemos a practicar, como comentas, se te despejarán muchas dudas y verás todo más claro. Y, si no tienes inconveniente, pasamos a ver el siguiente tema teórico; ya es último, o casi el último, antes de ponernos a hacer alguna práctica; ¿te parece?

- ¡Sí! Continuemos – me respondió Dana.

    Y se mostró la diapositiva siguiente:

Lenguaje de Programación LAD

- Este lenguaje – le expliqué- es el más utilizado en la programación, pues es sencillo de entender ya que se basa en la representación de diagramas eléctricos, los cuales son de uso muy difundido y comprendido por el personal eléctrico de las plantas. ¿Lo conocías, Dana?

- No; ese lenguaje de programación, no; yo sé de Basic, Pascal, Fortran, de “C”, de “C++”, de Java, de Phyton, y otros más; pero no de ése.

- ¡Caray! Eres una enciclopedia de carne y hueso – comenté bromeando.

- Pronto lo aprenderás, pues no te resultará difícil – agregué.

- Imagino que no – asintió la pequeña.

- Muy bien. Ahora pasamos a…

- ¡A comer! – se escuchó la voz de Susana.

- ¿No los interrumpo? ¿Cómo van? ¿No están cansados y hambrientos? Yo los he escuchado desde mi trinchera en la cocina, y creo que ya han de estar fastidiados, supongo.

- No; nos interrumpes; hemos tenido una sesión bastante fluida y para nada que nos hemos sentido hastiados; o, ¿tú qué dice, Dana?

- Yo tampoco estoy cansada, pero sí con un poco de hambre y mucha sed. Estoy aprendiendo mucho y me estoy divirtiendo también.

- Pues, no se diga más, y vamos todos a sentarnos a la mesa. ¿Qué les parece? – preguntó Susana.

    Y asentimos unánimemente Dana y yo.

     Disfrutamos de una rica comida, sazonada por una amena plática sobre pocos temas, tales como el avance en el curso, lo mucho que ha avanzado Dana en su aprendizaje, los pendientes de Susana con su negocio, y su emprendimiento como conferencista motivacional, y, también de mis próximas clases de Kung-Fu con Dana… y Susana, pues ella también domina este arte. Aunque me sentía incómodo, pues como esta práctica marcial la asocio con violencia, ya sea por prejuicios sociales, por influencia de películas, como “Kung-Fu Panda” y su zaga, u otras razones, quise enmarcarla más desde la perspectiva de que es una práctica física, que ayuda a mantenerme en forma, a la coordinación motora, al equilibrio emocional, quizá.  Y también para seguir el consejo de “mente sana en cuerpo sano”. No creo corriera riesgo por aprender un poco de artes marciales. ¿O sí? Mejor no contestar esta pregunta.

- Yo no golpearía a una dama, ya saben, ni con el pétalo de una rosa -comenté.

- De acuerdo; entonces, podremos golpearte confiadamente – complementó mis palabras con una sonrisa maliciosa en su rostro, que siempre me había parecido armonioso, con su cabello negro que bajaba por sus hombros, su tez clara, sus ojos cafés claros, su nariz fina, y sus labios regulares; todo parecía cambiar drásticamente ante esta amenaza salida de sus labios que dejaban ver unos dientes blancos perfectamente alineados.

    No salía de mi trance hasta que me dijo con alivio, alivio para mí:

- ¡Es broma! ¡Mira tu cara! No te creas; no te golpearemos confiadamente; pero sí te golpearemos… con cariño…  – lo dijo riendo, y Dana también le hacía dúo.

- Menos mal; eso me conforta – añadí siguiendo la línea de su sarcasmo.

- Pues ya nos retiramos – comentó Susana, mientras depositaba en el fregadero la cuchara con la que degustó la última porción de su helado.

- Pero, mami – replicó la pequeña Dana-, todavía quería saber algo.

- ¿De la clase de PLCs? Ya será mañana, Dana; tengo algunos compromisos pendientes y llevarte a tu clase de artes marciales.

- No; no es de los PLCs – le contestó Dana. Y, haciéndole un ademán con la mano a su mamá para que se acercara, cosa que Susana hizo, acto seguido algo le murmuró la pequeña en voz baja a su mamá.

    Incorporándose, Susana, sonriente, me dijo:

- Esta pequeña diablilla, curiosa a más no poder, quiere saber si le puedes mostrar a dónde conduce o qué hay detrás de una puerta que vio en tu taller, perdón laboratorio, no quiero ofender; disculpa que sea tan insidiosa, pero ya ves cómo son los niños. Sólo espero no te incomode; si no, no hay problema; lo sabremos entender.


 - ¿Cuál puerta será? – pregunté.

Dana señalando con el dedo, dijo:

- La que está allá, en el laboratorio, a un costado.

- Ok. ¿Me dices cuál, Dana? Vamos.

    Nos dirigimos nuevamente al laboratorio. Allí Dana se dirigió, precisamente a una puerta, también un poco camuflajeada entre tanto tiliche, que estaba a un costado del laboratorio.

- Así que quieres saber qué hay. Pues de allí saldrá la bruja que mataron Hansel y Gretel – le dije. Por supuesto, mirándome con una sonrisa, me dio a entender que no me creyó.

    Sin más demora, abrí la puerta, que no estaba cerrada con llave, les mostré lo que allí había.

- ¡Una escalera! – exclamó Dana.

 

- Y, ¿a dónde lleva? – agregó.

- Esta puerta no la abro mucho; como ven, desde aquí podemos salir al patio; pero también podemos salir por la puerta que está en pasillo opuesto a la cocina, y de aquí a la escalera. Ahora, ¿quieren subir por ella y ver qué descubren?

- ¡Sí! – dijo Dana con entusiasmo.

    Así que subimos los peldaños de piedra de la escalera y accedimos al segundo nivel, exactamente por encima del laboratorio.

    Llegamos a la parte superior de la escalera y nos topamos con otra puerta; y esta conducía, en primer lugar, al cuarto de servicio, donde estaban allí una lavadora, cestos con ropa sucia (poquita ropa, claro; nada más se me había acumulado la de unos 3 meses), un lavadero, y algunos cacharros más, como cubetas, trapeadores, escobas, y se veía iluminado por la luz del día que entraba por las ventanas de sus costados. Del otro lado de este cuarto, había otra puerta, la cual daba acceso a una terraza. Abrí la puerta y pasamos a la terraza, desde la cual se podía contemplar una hermosa vista del bosque, y, ya que la casa estaba construida prácticamente a la orilla de una ladera, la vista de las montañas era impresionante e inspiradora, por eso Dana y Susana exclamaron:

 

- ¡Wow! ¡Es grandioso! ¡Qué magnífica vista!

    Y, realmente lo era.

- Ya no me quiero ir – dijo la pequeña Dana, extasiada ante vista del paisaje natural que contemplaba.

- Aquí pueden venir cuando quieran - agregué. 

    Nos quedamos en silencio contemplando todo, disfrutando de la brisa y el aroma que portaba, y de los sonidos provenientes de lo profundo del bosque.

 

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[Continuará...]

    

miércoles, 27 de agosto de 2025

Expediente PLC (00 08H). Conceptos Básicos de Informática

    Sonaba la alarma de mi teléfono a la hora habitual, 5:40 a.m.

    Llegábamos al miércoles 13 del tercer mes del año, y los acontecimientos ocurridos en los dos días previos parecían ser envueltos por la penumbra de mi habitación que me enfrentaban a una realidad que me era difícil de asimilar todavía.

    Me asaltaban miles de preguntas; deseaba saber dónde estaba Jenni; si seguía con vida, si la habían capturado, si me contactaría, si tenía qué regresar a investigar algo a la cafetería, y qué hacer con aquel maletín que dejó en mi casa; por otro lado, me planteaba cómo continuar con mi vida, ya que me encontraba desempleado, tras largos años de servicio en el mundo de la automatización, bajo el régimen de un gobierno que desalentaba el avance tecnológico y se mostraba cada vez más opresivo, persiguiendo a aquellos que no estuvieran de acuerdo con sus planes.

    Y también me planteaba el cómo apoyar a la pequeña Dana en sus estudios universitarios, así como tratar de enmendar la situación en la que había metido a su mamá, arruinándole su negocio, que era su fuente de ingreso.

    Aunque tuve un sueño tan profundo que no recordaba nada de lo que había soñado, todavía somnoliento, me puse mi ropa deportiva, mis tenis marca “runner”, y salí a caminar un poco por los alrededores de la casa acompañado por mis dos queridas mascotas, Hansel y Gretel, mis dos cachorros pastor alemán, disfrutando de los primeros rayos de Sol, del aroma a humedad en el ambiente, con el saludo de los primeros cantos de los pájaros del bosque. Quizá esta caminata, con trotes intermitentes, me ayudarían a aclararme un poco en mis pensamientos.

    Mientras me encontraba en este paseo forestal en compañía de mis lanudas mascotas, recibí una llamada de Susana. Busqué mi teléfono por todos lados, hasta pensé que se me había caído corriendo, aunque luego también me pasó por la mente en que no me lo había traído a correr, que quizá debía esta en casa, cuando, caí en la cuenta que el sonido no venía de fuera de mis oídos, sino que el timbre (que no me enseñó a personalizarlo mi querida amiga Jenni) estaba dentro de mi cabeza, que mi celular había sido reducido a chatarra bajo la bota de mi Jenni. Luego de acomodar estas ideas, me hice consciente de la situación, me concentré en contestar. Reconocí la voz de Susana, quien me pedía seguir instruyendo a la pequeña Dana en esto de la automatización, a compartirle mis conocimientos sobre los PLC’s, pues le serían de mucha utilidad en sus prácticas universitarias. Así que accedí, y quedé de esperarlas en casa a eso de las 10 de la mañana. De improviso estaba recorriendo el sendero de regreso a casa, ya cuando el Sol filtraba sus rayos tímidamente por entre las nubes y el follaje de los árboles. Me sentía repuesto de energía y optimismo.

    Luego de ducharme, de meditar un rato, y prepararme un café y uno desayuno ligero (lo clásico, unos huevos estrellados con tocino y jugo), me puse a limpiar un poco la casa, que se había llenado de pequeños guijarros esparcidos por todo el piso, más su eterno acompañante, el polvo. Al menos, ya había quitado del jardín las gracias de mis mascotas, quienes lo habían convertido en un auténtico campo minado. Aunque hay un patio grande al frente y la casa, ubicada al interior de los muros que marcan el límite con el exterior, y es circundada por un amplio jardín, de tal forma que la casa queda como un islote en la propiedad, mis cachorros siempre eligen un lugar específico para desechar lo que su cuerpo no necesita. He de admitir que son bastante inteligentes y fueron muy bien entrenados.

    Pronto se hicieron presentes mis estimadas visitantes, quienes fueron anunciadas escandalosamente por Hansel y Gretel, que, al parecer, estaban contentos de recibir tan distinguidas personalidades, como si ellos fueran el motivo del arribo de mis visitantes.

    Abrí la puerta y, como era de esperarse, sonrisas se dibujaron en cada uno de nosotros; hasta mis cachorros saltaban de gusto.

- Disculpa la demora -comentó Susana-, pero el chofer del taxi que nos trajo, no daba con el lugar; menos mal que Dana pudo orientarlo gracias a detalles en el camino que memorizó gracias a su extraordinaria capacidad de recordar las cosas.

- No te preocupes, Susana -respondí-; lo importante es que ya se encuentran por acá. Imaginé que tenías vehículo propio y que llegarían hasta acá en tu coche; de lo contrario, no me habría sido de ninguna molestia pasar por ustedes a algún punto de la ciudad.

- No; no tengo coche -replicó Susana, dándole un tono de tristeza a sus palabras-; mis padres murieron en un accidente automovilístico, y, desde entonces, he adquirido un temor muy grande a manejar.

- Lo siento – le respondí con empatía.

- Pero, como conferencista motivacional, que es otro de mis “pasatiempos”, sé que debe llegar el momento en que tengo que afrontar ese miedo y aprender a manejar, pues sé que no hay fundamento real que me impida aprender a manejar. Me he propuesto inscribirme en alguna escuela de manejo y aprender a conducir antes de que finalice este año -agregó Susana, mientras Dana corrí divertida con los cachorros.


- Si gustas, yo puedo enseñarte; no soy severo como instructor, te lo puedo asegurar.

- Gracias, Franco; sí, imagino que serás muy buen instructor, y seguro te tome la palabra, aunque ya eso es muy abusivo de mi parte, pues nos estás ayudando mucho a Dana y a mí.

- Es un gusto ayudarlas; ya sabes que…

    El sonido de un teléfono me interrumpió. Susana me dijo “disculpa”, metió su mano en su bolsa, y sacó su celular. Se retiró un poco, y yo, prudentemente, advirtiendo requería privacidad, me aparté de ella y me dirigí hacia donde la pequeña Dana, quien seguía corriendo por el jardín dejando estelas brillantes con su cabello rubio al ser alcanzados por los rayos del Sol.

- Perdón, Franco – me dijo Susana, quien había finalizado una muy breve conversación telefónica.

- Era el papá de Dana - agregó-, mi ex esposo. Él trabaja como dirigente en el partido que ahora ocupa el poder; como sabes, estamos divorciados, y Dana, aunque bajo mi custodia, sigue en contacto con su padre; pude quedarme con ella con la condición de que se le pusiera un chip a la pequeña para ubicarla en todo momento. Y, al parecer, hoy sí se interesó en saber dónde está Dana, y me hablaba para saber qué hacíamos por acá. Fui breve y le comenté que vinimos a la casa de uno de sus amigos para elaborar una tarea que le encargaron a Dana en la universidad. Y, aunque refunfuñó un poco, no le quedó otra opción que aceptar la decisión, y que para la próxima vez le avise con quién voy, a dónde, a qué hora… en fin; es un controlador empedernido. No sabes cómo es vivir con una persona así.

- No; no lo sé – respondí un tanto inseguro, pues, aunque mantenía mi postura empática, realmente desconocía ese tipo de relaciones, que sólo puedo imaginarlas-; pero debe ser desgastante. Pero, de alguna manera saliste de esa situación; mas creo que, como en la mayoría de los casos como estos, de divorcios con hijos, son precisamente ellos quienes resultan bastante afectados.

- Ya lo creo que sí; no fue fácil, y, efectivamente, muchas veces lo pensaba por Dana; me detenía por ella; soportaba todo de su padre con tal de no perjudicarla. Pero llegó el día en que mis sospechas de que me engañaba, pasaron a ser certeza, y fue allí donde dije “¡se acabó!”; hasta aquí voy aguantar; no importa a qué tenga que enfrentarme, pero he de poner punto final a esta situación; ya no lo soporto. Así que, a los pocos meses, periodo que se me hizo eterno, con luchas y desgaste emocional y físico, en todos sentidos, nos divorciamos. Las cosas cambiaron drásticamente en mi vida. Todo iba bien; desde que lo conocí en la cafetería; era uno de mis clientes; y él, en aquella época, trabaja como militar. Y surgió algo entre los dos. Luego nos casamos, tuvimos a mi hermosa pequeña Dana, una verdadera bendición en mi vida, y, después, dejó el ejército, pues, me dijo, que había conocido a gente importante en el actual partido gobernante. Con el tiempo, descubrí, lamentablemente, a quién había conocido. Siguen juntos hasta la fecha. Siempre me pareció equivocada su idea de alistarse en ese partido, pero no lo convencí; ella lo envolvió casi como una serpiente hipnotiza a su presa. Bueno; ya te platiqué toda mi desafortunada vida, y tal vez te estoy aburriendo.

- Claro que no, Susana – respondí-; siento mucho hayan pasado por todo eso; por otro lado, te agradezco me tengas la confianza para contarme esto con tanto valor; y, sin más qué decir, te expreso mi apoyo; y, pensándolo bien, he sido poco amable al no invitarles a pasar a casa. Qué les parece si pasamos a tomar un poco de agua, jugo, café, chocolate, lo que prefieran.

- ¡Gracias por tu amabilidad! – dijo Susana.

    Pasamos a la casa, todavía procesando esta información, y nos dirigimos a la cocina. Allí tomaron un poco de jugo y luego preparé un poco de café, llenando de un agradable aroma toda la casa, que, aunque se percibía un olor a limpio, ahora todas las fragancias, incluyendo la de los perfumes, se mezclaban creando un agradable ambiente.


    Dana estaba ansiosa de aprender sobre los PLCs, así que las invité a pasar al “laboratorio tecnológico” que había equipado y acondicionado en casa. Nos dirigimos al lugar Dana y yo, ya que su mamá decía tenía que hacer unas llamadas y organizar, en la medida de lo posible, su vida, y se quedó sentada en una silla en la cocina; decía que ella estaría atenta escuchando desde su lugar, pues la cocina estaba casi contigua al taller, y, como el ambiente era silencioso, interrumpido sólo por el canto de los pájaros y un esporádico ladrido de mis cachorros, no tendría problema para escuchar mis explicaciones. Sólo le comenté que, si ocupaba algo, me lo dijera; que en la cocina había algunos víveres y jugos, por si sentía hambre, que se sintiera con la confianza de disponer de lo que deseara.

    En mi taller tenía ya listos mi computadora y un proyector, los cuales eran compañeros habituales en mis otrora cursos de capacitación en las plantas. Había dos sillas y una mesa, y, sobre la mesa, dos manuales impresos de PLC’s, dos cuadernos y dos plumas para que hiciera uso de ellos la pequeña Dana y su mamá… pero, por lo visto, sólo tendría una pupila conmigo. Tal vez su mamá se integraría momentos después… lo cual no sucedió; poco después escuché el estrépito de cacerolas que alternaban con el sonido de utensilios de cocina, puertas y cajones de la cocina que se abrían. Y, pues, no queriendo dejar a mi pupila sin sus lecciones, procuré no prestarles atención a esas distracciones. Suponía le había dado hambre y se preparaba algo de comer…

- ¿Lista, Dana, para tu primera clase de PLC’s? – le pregunté a la pequeña. Con una sonrisa que dibujó de oreja a oreja, me contestó que sí, con entusiasmo.

- Muy bien, Dana; me presento como tu instructor de este improvisado curso de PLCs. Como sabes, he trabajado en la industria como asesor durante muchos años; alrededor de 15; soy ingeniero en electrónica, y conozco varias marcas de PLCs y HMIs, de Siemens, Allen-Bradley, Omron, Schneider, entre otras. De PLC’s y HMI’s hay muchas familias en las diferentes marcas, y a cada día surgen más, por lo que hay que estar aprendiendo de forma continua; así que dominar todo, es una terea casi imposible. Sin embargo, conociendo las bases de la automatización, puedes entender mucho de este mundo. ¿Te resulta muy extraño este mundo de los PLCs? ¿Qué estudias tú, Dana, en la universidad? ¿Filosofía y Letras? ¿Comunicación? ¿Arte? – le pregunté a la pequeña, quien me miró con recelo, como sintiéndose ofendida ante mi forma de bromear.

- ¡No! ¿Cómo crees? Filosofía ya la pasé hace muchos ayeres; fue una materia que la pasé sin problema; Comunicación, pues no; no me llama la atención; quizá en algún momento de mi vida; y de Arte, me gusta mucho, pero no le dedico mucho tiempo; me gusta hacer mis propias muñecas; tengo muchas que yo he hecho; las confecciono de acuerdo al lugar que representen; por ejemplo, si son de Europa, de África, de Sudamérica; y todas llevan un nombre distintivo. Por ejemplo, una de Sumeria lleva el nombre de “Inanna”; una de Egipto, el nombre de “Ísis”; para la cultura inca, “Pachamama”. Es decir, todas se refieren a la "diosa madre" que ha sido personificada en diferentes culturas a lo largo de la historia. Poseo una parte de mi colección en mi casa, pero otras quedaron confiscadas en el negocio de mamá. Pero pronto las he de recuperar – contestó Dana.


 - Así que eres, además de una niña genio, una artista consumada – respondí; y ella sonrió. Y, ¿qué haces con tus muñecas? ¿Las vendes, las regalas, o simplemente, son para adornar tu casa y hacerte compañía? – le pregunté.

- No; no las vendo ni las regalo; están hechas para un propósito especial – respondió Dana.

- ¿Un propósito especial? ¿Cuál será ese propósito? – indagué nuevamente.

- Algún día lo sabrás – me contestó con una sonrisa intrigante, que me recordaba a… sí, a Jenni… Y me quedé en silencio unos momentos, aturdido por esta pequeña geniecillo. Y le volví a preguntar:

- Entonces, ¿qué estás estudiando en la universidad?

- Pues estoy por terminar mi carrera de Ciencias Matemáticas con especialización en Ingeniería en Inteligencia Artificial y Robótica.

- ¡Caramba! Creo que hablas en chino. Una verdadera genio que eres. Quizá seas tú quien debería dar este curso y no yo.

    La pequeña Dana se limitó a sonreír, sabiéndose poseedora de un don especial.

- Eso de la robótica te lo entiendo más, pues hay muchas aplicaciones con robots en la industria. Supongo que por eso te atrae el tema de los PLCs; caza muy bien con la electrónica y la programación.

- Sí; me despiertan mucha curiosidad, y pienso que puedo desarrollar muchas aplicaciones útiles que ayuden al progreso de la humanidad y el equilibrio con el planeta -puntualizó Dana.

- Me da gusto que te intereses por aprender y por aportar algo para el beneficio de la raza humana y el mundo que habitamos – contesté.

- Tú eres también inteligente y sé que has ayudado mucho; y lo seguirás haciendo; tu aportación será importante.

- ¡Gracias, pequeña! Pero tú sí eres un prodigio encarnado – le contesté, aunque me parecían enigmáticas sus palabras.

- Bueno, continuemos; ¿qué te parece? – le pregunté a Dana.

- ¡Sí! – fue su respuesta; raramente, una respuesta corta.

- De acuerdo. Así que, empecemos por lo básico. Supongo ya lo sabes, pero lo tomaremos como un repaso; sólo espero no aburrirte. Ya me dices si nos saltamos el tema. ¿Está bien? – la pequeña asintió. Y agregué:

- Vamos ver nuestro primer tema: señales analógicas y digitales, así como sistemas analógicos y digitales. Y me puedes interrumpir cuando gustes; no te quedes con dudas; puedes preguntarme si el tema no te queda claro.


     Y en mi proyector se desplegaba la dispositiva, perdón, quise decir, diapositiva correspondiente.

“Señal analógica y señal digital”

    Sin mayores contratiempos, pasamos a los siguientes temas, y así estuvimos toda la mañana.

“Ventajas de los circuitos digitales”

    Este tema, también le era familiar. Así que continuamos con:  

“Definición de Hardware”

    Por supuesto, esto también ya lo sabía la pequeña. Y el tema siguiente, igual:

“Definición de Software”

    Ya nos entretuvimos un poco en el siguiente tema, dado que la historia del bit, siempre será interesante de comentar:

“Definición de Bit y su historia”

    Rápidamente vimos los siguientes conceptos, bastante sencillos, por cierto:

“Definición de Byte, Word, Double Word”

    Pasamos a la siguiente diapositiva, y, aunque mostró entusiasmo la pequeña Dana, pronto supe que era un tema que ya dominaba, pues conocía perfectamente bien el tema, a saber: 

"Principales Sistemas de Numeración"

    Llegamos a un tema en el que también se abren buenos temas de conversación, que es:

“Definición de Sistema de Control”

    Por supuesto, este tema tampoco le era desconocido, y lo tenía presente casi todo el tiempo en su ambiente académico. Y, finalmente, llegamos al tema esperado:

“Qué es un Controlador Lógico Programable (PLC)”

    Y, aunque no le resultó nada difícil de entender, advertí que la curiosidad de Dana iba en aumento, haciendo preguntas que, como es de esperarse, había que ir respondiendo conforme se avanzara en el conocimiento de estos equipos, tanto en hardware como en software.

    Ya pasaba el mediodía, y desde hacía un buen rato tanto Dana como yo nos íbamos sintiendo atraídos por el olor proveniente de la cocina. La mamá de Dana se tomó la molestia de elaborar algunos guisados. Y, gustosos de escuchar sus palabras, decidimos suspender la enseñanza: de la misma forma como las palabras “¡Ábrete, sésamo!” hacían que se abriera la cueva donde los ladrones guardaban su tesoro, así nosotros nos dirigimos a la cocina con estas palabras de Susana:


 - ¡A comer!

    Sin duda, había sido una gran mañana, coronada por una estupenda y deliciosa comida. No faltaron mis bromas para con Dana, al preguntarle si era vegetariana, que ese pedazo de chuleta me lo comería yo…

    Por supuesto, su mamá le impediría ser vegetariana o vegana (que está tan de moda), dado que la pequeña está en pleno desarrollo. Claro, tampoco yo lo soy ni su mamá. Así que, sin muchos escrúpulos, agradecimos la comida y disfrutamos del rico sazón de su mamá.

    Poco después del helado, que fue el postre, Susana expresó su necesidad de regresar a la ciudad, pues tenía compromisos que había concertado por la mañana. Así que las llevé en SUV y las dejé en el centro de la ciudad. Nos despedimos y quedamos en vernos al día siguiente para continuar con el curso exhaustivo de PLCs. Y, luego de cargar con gasolina a mi SUV, regresé a casa, sabiendo que me esperaban cuestiones que seguían sin resolver. ¿Qué sería de Jenni? ¿Otra vez desapareció de mi vida para no volverla a ver? ¿Qué hacer ahora? Bueno, de momento a preparar la clase de mañana que ya será más práctica.

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 [Continuará...]

    

sábado, 23 de agosto de 2025

Expediente PLC (00 05H). Primer Paso al Mundo de los PLCs

    Al llegar a casa, fuimos recibidos por los escandalosos ladridos de mis pequeños cachorros, mis queridos perritos de raza pastor alemán. Estaban entusiasmados de vernos, pero tuve que ponerme enérgico para que no molestara a mis estimables visitas. Aunque la pequeña Dana era temerosa, poco a poco se fue acostumbrando a la presencia de mis cachorros y empezó a hablarles, aunque prefirió mantenerse a distancia. 

- ¡Son muy bonitos! – Exclamó Dana, mientras su delicada mano acariciaba a uno de mis cachorros.

- ¿Aquí viven contigo? ¿Tienes más mascotas? ¿Juegas con ellas? ¿Qué les das de comer? ¿No muerden? ¿Cómo se llaman? ¿Ellos cuidan la casa? ¿Los sacas a pasear? ¿Dónde se refugian? ¿Están entrenados? -, me hizo esta serie de preguntas sin darme oportunidad a contestar puntualmente a cada una de ellas, pues a penas iba a articular palabra para responderle, ya estaba hostigado por otra pregunta que reclamaba prioridad por ser la última en aparición. 

- ¡Caramba! ¡Son muchas preguntas! Intentaré contestar todas las que me acuerde, si me no me bombardeas con más preguntas mientras respondo; tu lengua va tan rápido como tu procesador, Dana. Eres sorprendente. Supongo en la Universidad tus profesores ya estarán habituados a tu lluvia de preguntas; quién sabe si logren estar a tu altura, si satisfacen toda tu curiosidad y ansias por aprender; no les debe ser fácil llenar un pozo profundo que absorbe con la velocidad de la luz todo conocimiento que le llega. Personas como yo, seguro te resultaremos aburridas; ¿no lo crees pequeña? Pero, déjame platicarte un poco de mis mascotas para, de alguna manera, dar respuesta a tus preguntas, las más de ellas.

- Mira – continué -, ella es Gretel; y, el otro travieso que anda husmeando el bolso de tu mamá, quizá haya encontrado chocolates, se llama…

- ¡Hansel!, me interrumpió la pequeña.

- ¿Cómo lo supiste, Dana?

- Porque mi mamá me contaba esa historia de los niños que se pierden en el bosque cuando yo era chiquitita; me lo contaba antes de dormir. ¿Y ellos -refiriéndose a los cachorros- mataron a la bruja?
Susana y yo nos reímos un poco, y su mamá le contestó:

- ¡Sí, se comieron a la bruja y también te comerán a ti! – palabras que dijo Susana en tono de broma.

- ¿No me comerán; verdad? – me preguntó Dana, con el rostro serio y mostrando algo de angustia, mostrando que, en el fondo, la inteligencia y el conocimiento adquirido hasta sus 11 años, no le habían borrado su ingenuidad y su inocente pensar. 

- Tranquila, Dana; ellos sólo comen chocolates, no bombones – le contesté para serenarla, también matizando mi entonación con cierto toque de broma.

- Pero ustedes sí deben tener, hambre – agregué -; así que pasemos y comamos lo que compramos en la tienda. ¿Qué les parece?

    Accedieron. Atravesamos la entrada, y cada paso se alternaban comentarios de “¡Wow! ¡Qué bonita casa! ¡Qué hermosas flores! ¡Estos adornos son maravillosos!” Parecía que les hubiera encantado mi modesta casa a orillas de la ciudad. Y sólo respondía con un breve “¡Gracias!”. Finalmente, abrí la puerta para ingresar al interior de la casa. Pero antes, luego de haber dejado a mi SUV en su cajón de estacionamiento bajo un tejado que está a mano izquierda a penas se atraviesa el portón de entrada de mi propiedad, cerré el portón de entrada. Así que, para llegar a la puerta de la casa, hemos de atravesar un poco de patio; unos cuantos pasos para llegar a los tres peldaños que separan la puerta de entrada del patio.

    Al abrir la puerta principal, también protegida con accesos electrónicos de seguridad, podemos contemplar a mano derecha una pequeña sala, con tres sillones distribuidos en escuadra, y una mesa de servicio al centro, donde se puede platicar bastante bien mientras se puede contemplar el jardín a través de las grandes ventanas al descorrer las cortinas. Del lado izquierdo, un pequeño estudio, con estantes y libreros repletos de libros, un sillón y un escritorio estilo colonial para tareas. Columnas cuadradas sostienen la estructura del piso superior, armonizado con sus aristas cuadradas el entorno. La luz es un huésped común que atraviesa con libertad las ventanas laterales de estas estancias.

    Contiguo a la sala, está el comedor, donde una gran mesa domina el lugar acompañada de ocho sillas alrededor, un gran cuadro en la pared, y algunos muebles en madera donde se guarda la loza y los cubiertos, además de darle un toque de elegancia al mostrarse, algunos, detrás de las puertas de vidrio de los mismos muebles. Y, al lado del estudio, frente al comedor, están las escaleras que dan acceso al piso superior. Pasando estas estancias, separada de los espacios previos por dos puertas de madera, llegamos a la cocina, ubicada en el sector derecho, que, aunque no es muy grande, cuenta con todo lo necesario para hacerla práctica y funcional; y, contenida en la misma cocina, perfectamente colocado en el centro, un modesto y servicial antecomedor complementa el equipamiento. Como decía, en el sector derecho, pasando las puertas, está la cocina, pero, a la izquierda descubriremos una puerta más, que, por justas razones permanece cerrada la mayor parte del tiempo, y que está destinada a permitir el ingreso al cuarto de baño. Un baño que, en su primera sección, consta de un pasillo que, a su vez, da lugar a un lavamanos, un inodoro, y, al final del pasillo, una regadera y una ventana que, al abrirla, muestra el jardín lateral de la casa.

    Guiando a mis distinguidas huéspedes por las diferentes estancias, finalmente, nos dirigimos a la cocina. Allí, lo primero que hicimos, fue beber un poco de agua. Sacamos nuestros refrigerios y, antes de comenzar, mis bellas invitadas me pidieron pasar al baño a lavarse las manos. Luego de esta breve escala, ya nos dispusimos a disfrutar de nuestros refrigerios, charlando, como era de esperarse, de las bondades que brindaba mi casa, la distribución de las habitaciones, los muebles, la decoración, y extrañándoles que viviera solo en un refugio tan agradable. Bueno, después continuamos la charla con una taza de café; claro, un café para Susana y para mí, y un buen vaso de jugo para la pequeña Dana, quien, maravillada no dejaba de preguntar por todos los objetos que adornaban el interior de la casa; le había encantado y creo hasta soñaba con mudarse a ella… Creo...

     Al poco rato, el jugo hizo su efecto, y Dana se acercó a su mamá para susurrarle unas palabras que no alcancé a percibir. Por supuesto, con toda naturalidad Susana me pidió las disculpara un momento, pues ocupaban ir al baño. Así que levantándose de sus sillas se dirigieron al lugar solicitado. Por el camino, la pequeña se quedó observando el interior de una gran sala que estaba un poco en penumbra; la puerta, por descuido, la había dejado entreabierta y se podía curiosear un poco desde fuera. Era una puerta un poco escondida, ubicada frente a la puerta del baño, al lado de la cocina, perdida entre estantes y el refrigerador, en la pared que, en apariencia, a cualquiera haría pensar que fuera el final de la casa; pero, para el ojo inquisitivo y curioso de la pequeña, ese detalle no se le iba a escapar.

    Una vez que se sintieron aliviadas y dejaron el baño, la pequeña, sin dilación, insistió en entrar en aquella habitación que parecía abandonada. Aquel lugar, aquella estancia, a la cual yo denominaba como mi pequeño calabozo alquímico, y donde pasaba largas horas armando equipos electrónicos, arreglando desperfectos de artefactos del hogar, investigando, programando PLC's, haciendo búsquedas en internet, creando configuraciones, actualizando softwares, en fin, todo lo que este mundo de la automatización exigía para estar a la vanguardia.

    Pues bien, para ser afable con la pequeña, y con el consentimiento de Susana, entramos a mi Laboratorio electrónico. Aunque muchos de los dispositivos allí desparramados por todos lados le eran familiares tanto a la pequeña Dana como a su progenitora, tales como multímetros, cables, resistencias, caimanes, lámparas led multicolores, osciloscopios, fuentes de poder, y, por supuesto, pantallas y computadoras, no tardó mucho en quedarse maravillada al observar ciertos equipos extraños que le eran totalmente desconocidos y que para mí ya me resultaban familiarmente aburridos.


- ¿Qué rayos es esto? - preguntó la pequeña Dana.

- ¡Dana! ¿Qué forma de hablar es esa? Exprésate con mayor educación - la reprendió su mamá, cuando estaba por articular palabra para dar respuesta a la niña. Y una vez se hizo una pausa de silencio, y a la pequeña no pareció tomarse muy en serio el reproche hecho por su madre, pues seguí absorta viendo el PLC, le contesté:

- Eso que tienes frente a ti es un PLC. Un PLC marca Siemens. Es una CPU S7-300, que sería la línea o modelo de esos PLC's. Hay otras variantes y te las puedo mostrar. Voy a...

- ¿Y para qué sirve un PLC? - me preguntó la pequeña sin dejarme continuar en mi explicación. Y atendí a su duda para iniciar una extensa explicación que sería de interés tanto para la pequeña como para su mamá.

- Un PLC es -contesté-, en términos sencillos, un dispositivo electrónico parecido a una computadora que sirve controlar una máquina o un proceso. Se utiliza mucho en la industria, donde el ambiente es muy hostil.

- ¿Podemos prenderlo? ¿Puedo ver cómo funciona? - me preguntó Dana.

- No, Dana, ya nos tenemos que ir; ya vendremos otro día - interrumpió su mamá.

- Pero, mamá, no sé nada de estos equipos y quiero conocerlos, aunque sea un poco; no creo demoremos mucho, ¿verdad? - preguntó la pequeña dirigiendo su mirada hacia mí.

- No... no lo creo; puedo ser breve para que no les haga tarde - contesté.

- Está bien; pero no queremos tampoco interrumpir sus asuntos - comentó Susana, a lo que le repliqué:

- Claro que no; no tengo ningún pendiente para el resto del día, más que atender a mis distinguidas invitadas.

- ¡Sí! - fue el monosílabo que salió de los labios de Dana. Y proseguí mi explicación, a modo de preguntas y respuestas para evaluar el grado de conocimiento de mis interlocutoras.

 - Bien. Podemos prender el PLC... dame un minuto, Dana, sólo conecto la fuente de alimentación a la toma de corriente y... sube ese interruptor... - le pedí a la pequeña

- ¿Éste? ¿No me dará una descarga? - preguntó temerosa la pequeña.

- No; claro que no; es seguro subirlo.

    Hecho esto por parte de Dana, el equipo encendió varios leds verdes, naranjas y rojos, los cuales parpadearon por unos momentos, y luego, algunos se apagaron y otros quedaron encendidos. La CPU estaba en modo "RUN", operando de manera satisfactoria. Tras este breve éxito, proseguí:

 - Mira, ahora el PLC está encendido y funcionando perfectamente.

- ¿Y qué hará ahora? -preguntó la pequeña. Una pregunta un poco complicada de responder, dado el contexto, o mejor dicho, por desconocer del contexto industrial en el que se instalan esto equipos. Para muchas personas, por supuesto que es normal que carezcan de cualquier conocimiento respecto a un PLC. Así que, proseguí como una pregunta:

 - ¿Qué hará ahora?, me preguntas. Bueno, te pregunto, ¿qué quieres que haga? Un PLC, como te comentaba, puede controlar una máquina o proceso, máquinas sencillas, máquinas complejas; procesos sencillos, procesos complejos. Tenemos qué imaginar, entre otras cosas, para qué lo utilizaremos, qué queremos que controle, qué equipos le vamos a conectar, sensores, botones, válvulas, lámparas, actuadores, relevadores, motores... en fin, podemos hacer casi todo lo que puedas imaginar, Dana. Pero, para que trabaje, no sólo ocupa conectarle sensores y botones, lámparas y válvulas; también ocupamos elaborar un programa en el cual le digamos la PLC cómo hará sus tareas de control. ¿Me voy explicando, Dana?

- Creo que sí; es algo que no he visto en la Universidad. Sólo que para mí todo esto es nuevo y sólo imagino una fábrica ruidosa con gente corriendo por todos lados y tirando latas, y químicos al suelo por doquier, trabajadores conectando peligrosamente cables y dándose peligrosas descargas eléctricas, y máquinas fuera de control arrojando toda clase de productos por el aire causando un gran desastre... ¿Es así como funciona todo esto?

    Susana y yo nos reímos un poco, y quedé aterrorizado que pensara que así eran las cosas en la industria. Una vez vuelto a la cordura, le respondí con voz serena: 

 - Tienes mucha imaginación, Dana; me sorprendes. Pero no; no suele ser así el ambiente en una planta industrial. Hay mucho ruido en casi todas las fábricas, sin embargo, ese ambiente caótico que concibes no es común en casi ninguna planta. Las cosas tendrían que ponerse realmente mal para que sucediera eso. El ruido es normal, hasta cierto punto, pero la gente trabaja de forma sosegada dentro de la planta, sin andar corriendo para todos lados. Un día nos pondremos de acuerdo para que visiten una fábrica por dentro para que no se queden con una imagen poco realista de ese mundo. ¿Qué les parece?

 - ¡Sí, me encantaría! - exclamó Dana. Y su mamá añadió:

- Quizá algún día; esos ambientes me parecen amenazantes; bueno, es un prejuicio personal... Pero sí, me gustaría conocer una fábrica por dentro. La única fábrica que conocía era mi cafetería... más ahora... - expresó Susana, con voz un poco cortada...

- Lo siento -agregué, aunque ya había prometido no decir tantos “Lo siento”; creo este era apropiado para el contexto del momento. 

- Muy bien, Dana - dijo Susana -; es hora de volver a casa.

- Está bien, mami. Pero quiero aprender más de los PLCs. No creo sea complicado; ¿verdad?

- ¡Claro que no! - respondí - Sólo es tener paciencia y consistencia, además de saber un poco de inglés, de electricidad y computación. Y aquí las espero para cuando quieran regresar, aprender, y reírnos un rato.

-  Todo eso lo domina mi pequeña de hace tiempo; ya no sé ni cuántos idiomas entiende; no los habla todos, pero sí los entiende. Pero, bueno, has sido muy amable, y también espero regresar pronto, pues, me da pena decirlo, pero Dana ocupa entregar algunos trabajos para la Universidad, y este magnífico laboratorio le servirá bastante, si tuvieras la amabilidad de apoyar a mi pequeña de vez en cuando mientras arreglo mis asuntos. Siento mucho las molestias que esto te ocasionaría; pero si no aceptas, también está bien - comentó Susana, dirigiéndose a mí.

- Son muchos “lo siento” – le respondí en tono de broma, para añadir enseguida:

- Pero, por supuesto que no es ninguna molestia; tengo todo mi tiempo disponible y me encantaría ayudar a tu pequeña con mi conocimiento y experiencia; además, hace rato que no doy un curso de capacitación, y sería un buen momento para retomar la enseñanza. Así que tendré bien surtida la nevera con sus jugos favoritos, y alguna nieve de chocolate.

     Nos encaminamos a la camioneta y las llevé de vuelta a la ciudad; nos despedimos, no sin antes anotar recíprocamente nuestros teléfonos y seguir en contacto.

    Regresé a casa ya al atardecer luego de comprar algunos víveres; pero tenía una sensación extraña, la cual sería mi acompañante hasta ya muy avanzada la noche; como era de esperarse, le echaba la culpa al bio-chip... Algo terminaba; algo empezaba... Habría qué descubrirlo...


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[Continuará...]


    

viernes, 22 de agosto de 2025

Expediente PLC (00 03H). Bit Prodigioso

 

    Bajé de mi habitación, todavía bastante adolorido, y pensé en dirigirme a la cocina a prepararme algo de comer para un desayuno rápido.

    Apenas descendí el último escalón de la escalera, percibí algunos sonidos en la sala. Parecía que la televisión estaba prendida, sólo que no recordaba haberla dejado así la noche anterior.

    Entré a la sala y vi...

    Vi a Jenni que lucía hermosa ahora bañada por la luz del día.

    Ella estaba sentada escribiendo en mi computadora mientras escuchaba las noticias por la televisión.

    Cuando me vio se levantó inmediatamente y nos acercamos para abrazarnos.

    Le pregunté:

- ¿Estás bien, Jenni?

- Sí, estoy bien -me contestó.

- Estaba preocupado por ti... ¿cómo lograste escapar y llagar aquí?

   Ella simplemente siguió abrazándome.

- Me alegra que estés bien... Iba a preparar el desayuno... ¿Quieres acompañarme?... Imagino estarás trabajando en la computadora, y no querrás que te distraiga, ¿cierto? -le pregunté.

   Pero ella se mantenía en silencio.

   Luego dijo:

- Lamento lo de anoche... No debí involucrarte... Debo marcharme pronto...

- No te preocupes por mí; para mí lo importante es que tú estés bien... Este traje negro que usas, pareciera que usas siempre; ¿nunca te lo quitas?

- Claro que sí; ¿quieres que me lo quite?

- No me refiero a eso, sino que luces hermosa con él; pero, acaso no utilizas otra ropa, digamos para ir a divertirte, ir a comer a algún restaurante, para ir de paseo por el centro de la ciudad, cuando vas a la playa... sobre todo cuando vas a la playa... Allí, en vez de salvarte la vida, quizá este traje te mate de deshidratación por tanto calor...

- Ahora siento mucho calor... - estas palabras me las dijo suavemente mientras acercaba sus labios a los míos... Nunca había besado a Jenni antes, pero ahora, en esta nueva situación, había surgido un vínculo profundo entre los dos y, sentía sus labios vibrando con los míos, mientras nos abrazábamos.

   Súbitamente mis cachorros empezaron a ladrar con fuerza...

   Solté, con enfado por la interrupción, a Jenni de mis brazos, y corrimos a la ventana de la sala.

   Antes de descorrer la cortina, escuché varios disparos...

   Cuando logré asomarme por la ventana, cautelosamente, vi mis cachorros tirados sobre el jardín de mi casa y sendas manchas rojas debajo de sus cuerpos, manchas que iban creciendo lentamente.

  La puerta de la casa se abrió súbitamente y vi agentes del gobierno entrando por todos lados, destruyendo ventanas y disparando al aire.

   Uno de esos agentes era James Bean.

    Aunque Jenni dió cuenta de varios de estos agentes, tuvo que dejar de luchar cuando fui sometido por dos energúmenos y la punta de una pistola fue puesta en mi cabeza.

   El agente James le dijo a Jenni:

- Si no se entrega, señorita, su novio correrá la misma suerte que esos inmundos animales de cuatro patas...

- Me entregaré, pero no le hagan daño... - respondió Jenni.

- Descuida, Jenni; si quieres escapar, vete...

   Jenni se entregó y fue esposada.

- Me alegra que quiera cooperar, "Viuda Negra" - le dijo el agente James a Jenni cuando sus secuaces la acercaron al agente. Jenni le escupió en la cara, lo cual hizo que el agente se molestara y le disparó en una pierna... Luego le dijo...

- Con esto me aseguro que no escaparás... Ahora, llévensela...

- ¡Necesita llevarla con urgencia a un hospital, grandísimo idiota! - le grité al agente James, quien se dirigió a mí, y me dijo...

- Yo, en su lugar, me preocuparía por usted; pero no se preocupe demasiado...

   Jenni desapareció por la puerta de la entrada de mi casa dejando tras de sí un copioso rastro de sangre...

- Lo que ha hecho ha sido un acto criminal - le dije al agente...

- ¿Acto criminal dice?... ¿Por qué no nos tomamos un café y lo discutimos? Actos criminales son los que realizan estos terroristas desalmados... - esto me lo decía mientras sus subordinados me ataban de pies y manos, y el tal James encendía su cigarrillo... Después añadió...

- Es hora de que pague por sus terribles crímenes... Y usted, mi querido amigo - esto lo dijo dirigiéndose a mí-, sería mejor que no se hubiera involucrado... Hermosa casa de verano; en armonía con la naturaleza... ¿Quizá sea momento de reciclar, no le parece?

   Sus secuaces rociaron la casa de gasolina por dentro. Y, después, soltando el humo que había aspirado del cigarrillo, expresó:

- Creo que es hora de dejar este vicio... - Y arrojó el cigarrillo a la gasolina, comenzando a incendiarse toda la casa...

- ¿Cómo quiere su café? ¿Muy caliente o quemándose? - fueron sus últimas palabras y salió de la casa mientras a mí me encerraban en el baño...

   La casa quedó en silencio, y sólo se escuchaba el crepitar del fuego que consumía rápidamente todas las habitaciones.


    Me esforcé por soltarme de mis ataduras durante varios minutos.

    El humo se empezó a filtrar por el baño dificultándome la respiración.

    Luego empecé a sentir un calor asfixiante...

    Aunque quise llamar a Leo, no logré concentrarme en los números, y fue sólo una distracción.

   Finalmente, parte del techo del baño se desplomó envuelto en llamas y yo empecé a perder la conciencia, pensando en el fin...

    Y de pronto...

   ¡Desperté!

    Desperté con gran sobresalto, bañado en sudor.

    Quizá tenía fiebre.

    El baño en el helado río por la noche anterior me pudo haber afectado.

   O quizá era el chip que ya hacía estragos no sólo en mi cuerpo, sino hasta en mis pensamientos… Deliraba… ¿Cómo saberlo? ¿Estos episodios continuarían indefinidamente? ¿Al final, terminaría suicidándome, como lo mencionó Jenni con sarcasmo? Creo sería mejor no pensar en eso…

    Pero sentí alivio de que todo había sido una aterradora y despiadada pesadilla.

   Apenas amanecía y ya no logré conciliar el sueño; me quedé un buen rato recostado en mi cama pensando en mil cosas, agitándose mi mente en un mar de emociones.

   Navegando entre mil cavilaciones, de improviso me vino a la mente que mi amiga me había dirigido unas pocas palabras cuando caíamos al vacío. Trataba de recordar la frase y me pareció que era más o menos así: "Regresa al Café de Jenni!"...

    Sabiendo que ella siempre hablaba de manera enigmática, pensé que algo había dejado en aquel lugar en el que estuvimos apenas anoche. 

   ¿Qué sería? ¿Algún mensaje? ¿Algún equipo especial? ¿Qué estaría escondido en "El Café de Jenni"?
Como la mañana ya había avanzado bastante, y los primeros rayos de sol se filtraban por las habitaciones, me vestí rápidamente.

   Sentía algo de malestar debido quizá a la fiebre o a la caída o a todo eso junto ocurrido durante la jornada previa.

    Bajé las escaleras, y todo en casa era un completo silencio.

    La sala, el estudio, el comedor, la cocina, todo estaba vacío. No había rastros de que Jenni hubiese regresado a casa, tal como lo había soñado.

    Estaba a punto de atravesar la puerta de la casa para ir al jardín y de allí a la cochera, cuando me entró una duda...

    Regresé a la sala, tomé el teléfono que allí había, y marqué a mi número de celular; sí, a aquel celular que Jenni había destruido por completo, y... ¡percibí el tono de llamada en mi mente! Y colgué cuando un agudo dolor se apoderó de mi mente al contestar con las acostumbradas palabras "¿Bueno?"; ¡el efecto de la resonancia entre los dos dispositivos era torturante! Colgué de inmediato. ¡Jamás volvería a hacer esto!

    Y así que pude constatar que mi número de celular correspondía al número grabado en el bio-chip que Jenni había insertado en mi brazo.

    Me despedí de mis cachorros, de los cuales me daba mucha alegría verlos con vida, y me dirigí en mi SUV nuevamente a "El Café de Jenni"; quizá allí tomaría un refrigerio.

    El aroma a mojado dominaba el ambiente, y una ligera capa de niebla cubría algunos tramos del bosque.

    Había un espléndido Sol, cuyos rayos me taladraban la mente ocasionando una jaqueca mayor que con la que había despertado. Necesariamente hice uso de mis lentes de sol.

    Mi mente seguía dominada por la curiosidad y por descifrar aquellas palabras de Jenni, mientras conducía por la carretera.

   El tráfico era ligero. Y, cuando me acercaba al establecimiento, "El Café de Jenni", disminuí la velocidad. Me orillé un poco en el camino para no obstruir el paso de los vehículos, los cuales podían circular libremente por mi costado izquierdo, y me detuve, aunque no me bajé de mi vehículo.

 


    A la distancia pude ver cintas amarillas y rojas que circundaban por completo aquel negocio.

    Había sido clausurado.

    Pude ver también a Susana, la amiga de Jenni y dueña del lugar, sumamente alterada y discutiendo acaloradamente con policías y agentes de investigación; específicamente con... James Bean...

    Bajé el vidrio del lado derecho y alcancé a escuchar una parte del diálogo... 

- No puedes hacerme esto; mi negocio es mi fuente de ingreso, y no tengo yo nada qué ver con lo que dices; yo no estaba anoche aquí; desconozco qué pudo haber sucedido. ¡Maldición! No me hagas esto... - le decía Susana al agente.

- Lo siento; pero hasta que no investiguemos a fondo, quedará cerrado este lugar... Habla con tus abogados... Yo sólo hago mi trabajo. Y ahora me tengo que ir para continuar con más investigaciones... - expresó James mientras abordaba su auto y se alejaba rápidamente del lugar...

   Estaba tan atento a esto, que no me di cuenta de que a mi costado izquierdo un vehículo se detenía y se abrió una puerta.

   Ante tal confusión que reinaba en el lugar, consideré que no era conveniente estar en este lugar para investigar nada referente a las palabras de Jenni; así que resolví regresar por la noche a esta ubicación, cuando el área estuviera despejada y pudiera investigar más discretamente.

   Como mi SUV seguía encendida, quité mi pie del freno, y pisé suavemente el acelerador, y de improviso escuché un grito:

- ¡Cuidado! - gritó Susana.

- Yo volteé rápidamente al frente de mi automóvil y vi la cabellera rubia de un pequeñito que cruzaba precisamente en ese momento, e inmediatamente quité el pie del acelerador y frené súbitamente. Aquella creatura cayó al suelo, aunque me pareció que no la había alcanzado a golpear...

   Apagué mi SUV y sumamente alterado abrí la puerta y bajé dirigiéndome hacia donde estaría el infante.

    Enseguida escuché un grito de una niña:

- ¡Mamita!

    Susana corrió también hacia la niña; llegó hasta ella y la tomó en sus brazos.

- ¿Estás bien, pequeña? - pregunté.

- Sí está bien; sólo está asustada... y yo también; debería tener más cuidado al conducir... - me dijo Susana, quien no me había reconocido todavía.

- Lo siento; no me percaté de cuándo cruzó la calle; es tan pequeña viéndola desde el interior de mi vehículo.

    Susana me ignoraba mientras consolaba a la pequeña, y empezó a sollozar.

 - Susana... - le dije. Ella, mientras volteaba a verme, me dijo:

- ¿Cómo sabe mi nombre?

- Soy Franco; ¿no te acuerdas de mí? Aquí llegué a venir hace muchos años... ¿Lo recuerdas?

    Ella se alegró de verme, y me dijo:

- Me da mucha alegría verte... o quizá no tanta... - esto lo dijo mientras se incorporaba y dirigía su mirada a la pequeñita.

- Sí, lo siento, Susana.

- No te preocupes; Dana está bien... Ha pasado mucho tiempo, y no me es muy agradable que me encuentres así, en estas condiciones; mi mundo se ha puesto de cabeza de la noche a la mañana... ¿Qué haces por aquí?

Me quedé pensando un momento, y le contesté:

- Vine a tomar un café y a saludarte, claro; pero veo que han cerrado tu establecimiento; lo siento...

- Ya no digas tanto "lo siento"; quien está realmente sentida soy yo, ahora que me he quedado sin mi negocio... 

- Sí, lo siento… perdón, no quise decir lo siento otra vez, lo siento… Creo que dejaré de hablar… Bueno, pero, ¿qué ha pasado? ¿Por qué lo clausuraron?

- La policía dice que ayer vieron aquí a dos criminales muy peligrosos, y tienen la idea de que yo tengo vínculos con ellos... Uno de ellos es Jenni, nuestra amiga; pero no sé nada de ella desde hace mucho tiempo; incluso he pensado que ya ni siquiera está viva... ¿La has visto?

- ¿Jenni? - me quedé pensando por un momento, cuando recordé que mi amiga me había dicho que no dijera nada a nadie... ¿Eso incluía a su entrañable amiga Susana?

- No, no la he visto tampoco... ¿Qué sería de ella? - lo dije con voz vacilante, y añadí:

¿Qué sabes de ella?

- Realmente no sé nada; hace muchos años que salió del país y nunca más supe de ella. Pero ustedes eran grandes amigos; ¿no has tenido contacto con ella? - me preguntó Susana.

- No; tampoco he tenido noticia de ella desde hace años, desde que estudiábamos la carrera.

- ¿Y a qué te dedicas?

- Soy, o más bien, era un asesor empresarial a nivel nacional en el área de la automatización; pero con esta transición de gobierno que hubo en el país, quedé fuera de las filas...

- Estamos igual, Franco. Como puedes ver, ahora los agentes del gobierno me han cerrado el negocio de forma indefinida. Todo ha empeorado con este régimen político. Ahora tendré que pensar en retomar mi carrera de conferencista motivacional, aunque es un perfil que tampoco agrada mucho a este gobierno manipulador de conciencias. Hemos perdido mucho terreno en libertad de expresión. El gobierno quiere dominar todo y a todos, oscureciendo las conciencias de la gente.

- Ya lo creo - comenté.

- Pero lo intentaré; sin embargo, ese trabajo me absorberá mucho tiempo y descuidaré a mi pequeña Dana...

- Pero, ¿entonces, estás casada, Susana?

- No; ya no; me divorcié; me costó mucho trabajo quedarme con la custodia de mi hija, y, aquí en el café podía trabajar y cuidarla al mismo tiempo. Ahora las cosas se me complican demasiado. Pero me alegra estar en estos momentos con mi pequeña, quien la he mandado traer de la escuela; necesito pensar en ella y en su futuro...

- Y Diana..., así se llama tu pequeña, ¿cierto? -pregunté, mientras la pequeña nos observaba en silencio.

- Si, Dana; Diana, no, aunque muchos confunden su nombre y le llaman Diana, como la princesa, como la diosa cazadora de la mitología romana.

- Efectivamente; veo que te agrada la cultura. ¿Dana está estudiando ahora en alguna primaria de la ciudad?

- ¿La primaria? No; ¡por supuesto que no! Ella estudia en la Universidad - me dijo Susana con una gran sonrisa de satisfacción.

- Dana es una niña muy inteligente -agregó.

- ¡Wow! ¡Es increíble! Pero, ¿qué edad tiene?

- Pregúntale a Dana..., aunque ella es muy retraída y no habla con extraños...

- Hola, Dana, disculpa lo de hace unos momentos; no te vi, de verdad...

- Mi mami dijo que dejaras de decir tantos "Lo siento"...

- Tienes razón; ya no me disculparé. Pero dime, ¿qué edad tienes?

- A una mujer nunca se le pregunta su edad; ¿no te lo habían dicho? - respondió.

- Vaya que sí has crecido y madurado bastante para tu edad de...

- ¿En número entero o en expresión algebraica? - me contestó la pequeña Dana, y yo me quedé un poco asombrado...

- Pues... ¿qué tal en expresión algebraica? - le pregunté. Y ella me respondió de manera enigmática, digo matemática, digo algebraica, para ser precisos:

- Si el triple del número de años que tuve hace cinco años le restamos el número de años que tuve hace cuatro años, te dará el número de años que tengo...

- ¡Oye! ¡Vas muy rápido! ¡Otra vez, por favor!

- ¡No es tan difícil!

- Claro que no; me gustan las matemáticas; sólo que lo dijiste… un poco rápido. A ver... si el triple del número de años... ¿qué, qué? - volvía a preguntar.

- Si el triple del número de años que tuve hace cinco años le restamos el número de años que tuve hace cuatro años, te dará el número de años que tengo...

- Bien... Déjame ayudarme de fiel compañera, esta pluma que traigo en el bolsillo, y de esta pequeña servilleta de papel.

   Luego de algunos cálculos, le di la respuesta:

- Tienes once años, ¡pequeña genio! ¿Cierto?

- Sí, once, once…

   Todos sonreímos, y luego le pregunté:

- Así que todos los juguetes que tienes en "El café de Jenni" son tuyos, ¿verdad?

- ¿Cómo sabes que tiene juguetes en mi negocio? - de inmediato me preguntó Susana...

   ¡Demonios! Creo que había cometido un pequeño error al quererme ver tan astuto...

- Pues, como dijiste que allí en el negocio cuidabas a tu niña, supuse que allí tendría sus juguetes; de lo contrario, se aburriría, ¿no lo crees? – respondí tratando de verme seguro al hablar y dar mi argumento.

   Susana me miró con incredulidad, quizá porque cambiaba de color el tono de la piel de mi rostro, y luego añadió...

- Ella juega poco con sus juguetes; ella se divierte más con computadoras, haciendo programas, osciloscopios, circuitos electrónicos, y todo un arsenal de dispositivos extraños... Pero ahora todo eso está bajo custodia de la policía en mi negocio; ahora no sé cómo se podrá divertir mi pequeña y a continuar con las prácticas que le piden en la universidad...

   Y Susana empezó a sollozar nuevamente.

    Luego de algunos momentos de silencio, le dije...

- Pues mira, Susana, yo en mi casa tengo todo eso con lo que se divierte tu pequeña; tengo mi pequeño laboratorio... Quizá puedas hacer uso de él, si así lo deciden...

    La pequeña Dana se entusiasmó y gritaba a su mamá que dijera que sí.

Pero Susana me dijo:

- Eres muy amable, pero no; no lo creo, que dirá tu esposa al ver a dos extrañas entrar a tu casa...

- Vivo solo; yo también estoy divorciado desde hace años...

- Lo siento - me dijo Susana...

- Mi casa no está lejos de aquí; ¿quieren que les invite un café? Bueno, para ti, Dana, un buen vaso de chocolate, ¿de acuerdo? Por supuesto, se los compraría en alguna tiendo, pues en casa tengo pocos víveres, pues acabo de regresar de un largo viaje.

    Creo que mis palabras surtieron efecto y Susana me dijo:

- ¿Tú que dices, Dana? -, le preguntó Susana a su pequeña.

    Como era de esperarse, la pequeña entusiasmada dijo que sí.

- Está bien; pero sólo por un rato; tengo tantas cosas qué hacer; buscar un abogado, hablar con mis proveedores, organizarme para mis conferencias...

- Pues en casa puedes hacer las llamadas que quieras; y allí podrás ir aclarando lo que a continuación necesitas hacer en tu vida; ¿vale?

- De acuerdo...

- Sí! - gritó la pequeña Dana.

    Subimos a mi SUV, y nos dirigimos a mi casa...

    Y yo me quedé pensando en si esto era lo que quería decir Jenni con sus palabras (que ya había olvidado nuevamente; ¿cuáles eran? ¿"Regresa a 'El Café de Jenni'?" Creo que sí eran estas... ¿O no? Vaya memoria la mía.)

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 [Continuará...]