viernes, 22 de agosto de 2025

Expediente PLC (00 01H). El Café de Jenni

    Miles de pensamientos atravesaron mi mente en ese momento.

    Era la primera vez, tras muchos años, que saldría de mi casa en medio de la noche.
     Esto no parece tener nada de extraño, a excepción, claro de que en esta ocasión no me iría de paseo en mi querida SUV.
     Ahora las condiciones eran diferentes.
    ¡Vaya que lo eran!

    Para empezar, mi querida SUV se quedaría en casa en compañía de mis cachorros. Yo sería un pasajero más en la parte trasera de un vehículo de dos ruedas; así que debía confiar mi vida a una amiga que hacía tiempo no la veía, y de la cual desconozco por completo sus habilidades como conductora de motos. Por lo menos, ella sí traía casco de seguridad, pero yo sólo me pondría unos lentes claros. 

    Además, la pequeña brecha que conectaba mi casa hasta la carretera estaría lodosa, y la carretera, por su parte, estaría llena de peligrosos charcos camuflados por la oscuridad de la noche. Asfalto resbaloso, vehículos circulando en la carretera a alta velocidad, con ropas oscuras, mi brazo hinchado por la reciente intervención quirúrgica...

- ¿Qué esperas para subirte? -, me preguntó Jenni contemplando mi mirada perdida, absorto en mis pensamientos, ante una situación nueva para mí.

- Sólo voy a activar las alarmas de seguridad... Ya sabes, seguridad ante todo; ¿estarás de acuerdo?

     Supongo que su sonrisa de ironía fue de asentimiento, considerando todos los elementos de riesgo que implicaba la situación.

- Listo. Durante el trayecto, practicaré esto de marcar a tu teléfono con este chip de última generación que implantaste en mi brazo. Supongo que no será tan complicado -le dije a mi amiga.

- Te sugiero que le llames a Leo, ya que yo iré manejando, y como dices que la seguridad es primero...

- ¡Vaya! Si la seguridad fuera lo primero, no saldría en este momento de mi casa. Pero como quiero complacerte por ser mi huésped de esta noche, llamaré a Leo... Me doy cuenta de que tienes un enorme poder de sugestión para conmigo... Así que será mejor mantenerme lo más alejado de ti, ya que, si me pidieras que me arrojara de un puente, seguramente lo haría - por supuesto, esto se lo dije con tono de broma.

- Sólo tú tienes el poder de tomar la última decisión... ¡Pero sube, que se hace tarde!... Y sujétate bien.

   Luego de darles la última caricia a mis cachorros, subí a la bella motocicleta color negro, asientos, rines, motor, tanque, mofle, todo de color negro, a excepción de las luces de seguridad. Rodeé con mis brazos la cintura de mi amiga quien quizá percibió que yo estaba un poco nervioso... Yo, poco o nada acostumbrado al peligro; sólo a las presiones de echar a volar las máquinas en planta sin demora, sin daños a las máquinas o al personal... En fin, las puertas de mi casa se abrieron automáticamente y en pocos momentos las grandes ruedas de la motocicleta estaban pisando la arcilla oscura y húmeda del camino.

    Giré mi cabeza hacia atrás para comprobar que las puertas de la entrada de mi casa se cerraran. Y con ellas parecía cerrarse un capítulo más en mi vida. Ahora iniciaba uno nuevo, uno desafiante, un camino que nunca habría podido imaginar. Y vaya manera de iniciarlo, con una amiga que había llegado de la nada, luego de una larga ausencia, y ahora, en su motocicleta, junto a ella, me adentraba a recorrer un camino difícil en medio de la oscuridad de la noche. Bueno, era momento de probar nuevas experiencias, como me había sugerido mi psicóloga Jenni. ¿Éste soy yo? Me llegué a preguntar, y todavía no salía de mi asombro. Quizá los efectos neuronales del chip implantado en mi brazo estaban nublando mi conciencia en aquel momento. Finalmente, decidí concentrarme en probar mi nuevo chip y llamarle a Leo.

    No me resultaba nada fácil concentrarme en los números; yo seguía con mi mirada los movimientos de mi amiga, quien manejaba con mucha destreza la motocicleta, esquivando charcos, piedras, baches, ramas de arbustos, etc. El camino era difícil y la noche no ayudaba mucho. Algunas gotas de agua cayeron sobre mi cabeza y mi rostro. Era algo molesto. Pero, finalmente, llegamos a la carretera que nos conduciría a nuestro destino. Ella se detuvo un momento. Mi nerviosismo disminuyó enormemente... ¡pero sólo por unos instantes! Había mucho tráfico en la carretera; los vehículos avanzaban lentamente, mientras se podía escuchar a lo lejos las sirenas de lo que parecían ser ambulancias, patrullas y carros de bomberos.

- Qué sucede? Crees que hubo un accidente? - le pregunté.

- Seguiremos por este camino - me contestó.

- Pero no hay otro camino... que yo conozca...

- ¡Sujétate! - me gritó.

    Y en seguida tornamos a la parte lodosa de la que habíamos salido, atravesando el espeso bosque. Luego de avanzar unos cuantos kilómetros, me desorienté completamente. "Esto es una locura!", me dije en mi interior; pero había que confiar en mi amiga, aunque otra vez estuviera un poco nervioso.

    De pronto sentí que la motocicleta disminuía su velocidad. Inmediatamente abrí los ojos (tenía un poco de sueño, ¡por supuesto! No era que el miedo me dominara…), me di cuenta de que habíamos llegado a la cafetería.

- Ya puedes soltarme - me dijo Jenni.

- Sí, sí, tienes razón. Disculpa. Pensé que todavía faltaba mucho más -comenté mientras trataba de disimular mi nerviosismo-. ¿Cuánto tiempo hicimos? ¿Dos horas? -añadí.

- Sólo veinticinco minutos... No te asustaste durante el trayecto, ¿verdad?

- ¡No!, ¡claro que no! ¿Por qué piensas eso? - le contesté, pero no sabía por qué me sudaban tanto las manos, si las tenía heladas…

- Al parecer no estás acostumbrado a este tipo de paseos...

- ¡Pero si me divertí mucho! Me remonté a mi infancia, cuando me la pasaba horas enteras en el parque de diversiones, subiéndome a la montaña rusa, a la rueda de la fortuna, a los carros chocones, y todos esos juegos que te hacen fluir la adrenalina...

- Pues al parecer necesitar conectarte otra vez con ese niño; te hará falta... - me lo dijo a tono de burla, y luego añadió:

- ¿Cómo te fue con la comunicación? Le llamaste a Leo, supongo.

- Creo que iba disfrutando del paisaje y no me concentré mucho en llamarle - al parecer no me creyó eso de que iba "disfrutando el paisaje"...

- ¿Por qué no lo intentas ahora? Te relajará.

- Bien, lo intentaré, ahora que no hay tanto ruido; ya sabes, la motocicleta, el tráfico, todo eso me distrae...

- Sólo respira profundo... concéntrate en los números... no es difícil... Si deseas, puedes cerrar los ojos, ayuda mucho al inicio...

- Sí, así lo intenté durante el trayecto, pero sin mucho éxito; no llegué a hacer ninguna conexión; pero... aquí voy... de nuevo... cinco, cinco...

     Luego de varios intentos fallidos, ella, con sus manos, me toma mi mano izquierda, y me pide que me tranquilice, que tenga calma, que me concentre, que respire...

     ¡Wow! ¡Eso ayudó!
     Porque... escuché el tono de marcando, sentí un hormigueo por el brazo izquierdo, y luego...

- ¿Bueno? ¿Franco? ¿Eres tú? - ¡escuché la voz de Leo en mi mente!

- ¡Sí, soy yo, Leo! ¡Me da gusto escucharte! ¡Realmente estoy sorprendido! - Hubo una pequeña pausa, y añadí:

- ¿Me escuchas, Leo?

- ¿Bueno? Sí, claro, te escucho; sólo que de repente percibí un poco de ruido y salí al patio de mi casa.

- Me alegra que ya estés en tu casa. Entonces, ¿no tuviste más problemas con la máquina?

- Hace rato salí de la planta, pero estuve un rato haciendo pruebas, una vez que se reestableció la energía eléctrica. Al parecer hiciste buen trabajo; te arriesgaste demasiado, y ni supe cuándo te saliste... Sólo que, con tus prisas, olvidaste tu cinta de aislar...

- ¿Mi cinta de aislar? Pero yo no llevaba cinta de aislar; ¿para qué iba necesitar cinta de aislar? Sólo cambié una tarjeta en el PLC...

- No era tuya la cinta? Pensé que la habías utilizado para la reparación... Sabes, recordé que la semana pasada habían cambiado un sensor a la máquina; y luego de tu intervención, al notar la cinta de aislar, me puse a revisar la máquina para saber qué le habías hecho y ver si ya estaba en condiciones de ponerse en marcha. Revisé la tarjeta que cambiaste, ý, al notar la cinta de aislar tirada en el suelo, me puse a revisar el cableado. Y ¿sabes qué descubrí, Franco?

- Pues... que no había más... desperfectos, supongo...

- Lo que vi fue que el cable del termopar que se cambió había provocado la falla cuando la máquina estuvo en funcionamiento. Ese cable se machucó debido a que no se canalizó adecuadamente, y provocó un corto circuito que dañó la tarjeta que tú cambiaste. Entonces, yo imaginaba que tú habías aislado el cable machucado con la cinta y lo habías acomodado correctamente. Pero, entonces, si no fuiste tú, ¿quien reparó el cable? De no haberse reparado, al arrancar la máquina se corría el riesgo de provocar otro corto circuito y dañar nuevamente la tarjeta. ¿Eso no lo revisaste tú?

- Tienes razón; la máquina podría haber fallado otra vez, pero... - en ese momento, pensé en mi amiga misteriosa, a quien volteé a ver, y me percaté de que sonreía en silencio, como si acabara de cometer una travesura... sí, una más... y me di cuenta de quién había reparado el desperfecto del cable...

- Pero ¿qué, Franco?

- Pero ahora recuerdo que sí; antes de cambiar la tarjeta revisé el cableado… tienes razón; y encinté y acomodé el cable rápidamente; menos mal no estaba roto el cable, pues, ya sabes, el cable de un termopar no se empata ni se le añade otro cable de otro tipo; sólo lo aislé con la cinta y lo acomodé bien; y, ya por último, cambié el módulo dañado.

- ¿Cómo lo hiciste tan rápido sin luz en el área? ¿Cómo sabías que el problema podía estar en el cableado?

- Mmm, bueno, lo supuse, y, pues, ya con la experiencia de los años, piensas en todas esas posibilidades... Pero te regalo la cinta de aislar, y, quiero preguntarte si la máquina ya está trabajando bien.

- Sí, ya está trabajando bien; luego de que revisé estos detalles, energicé la máquina y ya no me marcaba error la CPU; hice algunas pruebas sin producto, y la máquina respondió bien. Yo decidí venirme de la planta desde hace rato, dejando instrucciones de que, si había algún problema, me llamaran. Pero no me han hablado, así que supongo que ya a estas horas estarán trabajando de manera normal. Así que te agradezco tu ayuda, Franco, y te pido me pases el costo por tus servicios...

- De acuerdo, Leo; me da gusto que tu máquina esté trabajando otra vez; y sí, en cuanto pueda, te llevo la factura.

- ¿Y tú ya estás en casa, Franco?

- Hace unos minutos me encontraba allá, pero salí a cenar...

- ¿No andarás solo, cierto?

- Mmm, no; tengo compañía, sólo que deseaba saber si todo marchaba bien en la planta, con eso de que salí sin avisar ni nada...

- De acuerdo, no te molesto, y deseo que te la pases bien.

- Gracias, Leo; luego seguimos conversando.

- No, gracias a ti, gracias por tu ayuda. ¡Buenas noches, Franco!

- ¡Buenas noches, Leo! ¡Hasta pronto!

    Enseguida se escucho el clic de fin de la comunicación telefónica.
    Miré a mi amiga en la penumbra de la noche, bajo la cual se veía más misteriosa, y antes de que le preguntara nada, me dijo:

- Entremos, que empieza a hacer frío.

- Bien, pero...

    Otra vez en mi cabeza daban vueltas miles de ideas confusas en torno a la identidad de mi amiga. Toda su persona me intrigaba. No sabía qué preguntas serían las más adecuadas para hacerle, así que empecé, o quise empezar con una pregunta directa, pero, al ver que ella abría una puerta que no era de la parte pública del café, luego de encender una luz y ver una escalera que llevaba a un segundo piso, le pregunté:

- ¿Es por aquí, Jenni? ¿Por qué no nos quedamos abajo, donde están todos los clientes y las mesas?

- Sígueme –me replicó.

- Tú me desconciertas; tú me vas a volver loco, querida amiga. Está bien, te sigo. Ahora sí ¿me asesinarás en este lugar, cierto?

- Pareciera que no me conocieras, Franco; sube; aquí habíamos venido durante muchas ocasiones; ¿recuerdas?

- Bueno, sí, pero no a esta parte del café.

    Subimos las escaleras. En la parte superior del edificio había una estancia escondida, a la cual sólo se podía acceder con un código que sólo Jenni sabía. Entramos y descubrí un pequeño laboratorio, o taller, lleno de leds encendiéndose y apagándose por todas partes, pantallas, cables, computadoras, y otra infinidad de dispositivos electrónicos sumamente sofisticados que ni idea de que existieran. Después exclamé:

- ¡Wow! ¡Esto es sorprendente, Jenni!

- ¿Te gusta?

    Y no pudiendo soportar más mis cuestionamientos internos, simplemente estallé en preguntas. Me dirigí a Jenni con un rostro muy serio:

- ¡Oye, Jenni! ¿Quién eres tú? Tú no eres la Jenni que yo conocí durante la carrera. De pronto desapareciste de mi vida, y de la vida de muchos otros. ¿A qué te dedicas ahora? ¿Por qué te vistes así, con esas ropas pegadas al cuerpo de color oscuro? ¿Por qué has venido a visitarme, después de tanto tiempo? ¿Cómo supiste dónde vivía, y desactivaste mi sistema de seguridad en la casa? ¿Cómo sabías que en este lugar hay tantos equipos de vanguardia tecnológica, y muñecas también? ¿Cómo es que sabes conducir motocicletas en medio de la noche? ¿Acaso eres una espía, una hacker, ciberdelincuente, terrorista o qué? ¿Por qué te quedaste en mi casa? ¿Qué acaso no tenías un vuelo que tomar de regreso a...? No sé a dónde rayos; imagino que a tu casa o a un centro de investigación, o ¿andas de viaje, de paseo turístico? Necesito me respondas ahora, Jenni... por favor...

    Por primera vez su rostro se puso inexpresivo; su bella y misteriosa sonrisa se desdibujó un poco de su rostro. Pero ella guardaba silencio. Caminó hacia una pantalla, la encendió, oprimió unos botones, y subió el volumen. Era un canal de noticias. En el que se escuchaba lo siguiente:

- ... estamos reportando desde el lugar donde se estrelló un avión comercial... los bomberos intentan sofocar el fuego; los reportes oficiales indican que no hay sobrevivientes; se desconocen hasta el momento las causas del accidente; pero todo parece indicar que las malas condiciones meteorológicas ocasionaron el desplome de la aeronave, por fortuna cayó en un lugar despoblado y los daños no fueron mayores; el tráfico por la carretera se ha visto entorpecido por estas labores de rescate...

- Vaya, eso explica el tráfico de la carretera... - Exclamé.- Pero no me dice nada de ti... ¿O sí?... ¿Tiene algo que ver contigo, Jenni? ¿No habrás provocado tú este infortunio? No, no quiero ni pensarlo…
La respuesta que me dio me dejé helado.

- Este avión es el que me llevaría de regreso. Me alegra que te hayas retrasado en el trabajo, de lo contrario...

- ¿Quieres decir que de alguna manera te salvé la vida?

- Ellos me descubrieron; sólo fingí que subía al avión antes de que me atraparan. Y por eso decidieron derribarlo.

- ¿Cómo que derribarlo? ¿Acaso no fue un accidente? ¿Quiénes son ellos? ¿Por qué te persiguen?

- Te contaré todo, si prometes no decírselo a nadie, de lo contrario...

- De lo contrario sí me asesinarás, cierto? - y ella vuelve a sonreír. Y continúa diciendo:

- Ellos, la Agencia de Inteligencia Secreta del Gobierno... Si se le puede llamar "Inteligencia"...

- ¿Por qué te han de querer capturar, o más, bien por qué te quieren asesinar? ¿Acaso eres parte de ellos, trabajaste con ellos y desertaste, o algo así?

- No; nunca he trabajado con ellos.

- Entonces sí eres una espía internacional o algo así...

- No; tampoco soy espía, propiamente...

- No me digas que, entonces, eres una terrorista...

- Tampoco.

- Pues creo que no estoy entendiendo... ¿Por qué te está sucediendo esto?

- Verás, Franco. Siéntate. ¿Quieres una taza de café?

- Si eso me quita el sueño tanto como tu historia, ¡claro que sí! Pero, mientras tanto, háblame de ti...

- Te había comentado de mi padre, Vladimir A. Alexandrov, ¿lo recuerdas?

- ¿Leíste alguna vez el libro "El Invierno Nuclear" de Carl Sagan?

     Me puse un poco rojo del rostro; de momento no recordaba ese nombre, pero sí había leído ese libro. ¡De verdad lo leí! Ahora era importante recordar de qué iba el libro, aunque no es muy difícil saberlo, dado el título de la obra.

- Sí, ese es uno de los libros que tomaste en tus manos hace rato, en mi casa. Allí aparece su nombre, si mal no recuerdo... Pero lo último que se sabe de él es que desapareció de improviso, entre el polvo esparcido por la guerra fría, allá por la década de los ochentas, o algo así... Desapareció... ¡Sí, como tú desapareciste también!

- Cuando Vladimir, es decir, mi padre murió... o fue asesinado, uno de sus colaboradores se puso en contacto conmigo y yo continúe trabajando en la obra de mi padre.

- Todo lo has mantenido en secreto. ¿Por qué? ¿Acaso son dos personas huyendo del gobierno a causa de sus ideologías, o qué?

 - No somos dos personas, Franco. Somos un grupo más amplio que trabajamos con la ciencia y la tecnología a nivel internacional. Pero actuamos de forma secreta. Es muy difícil que los ineptos agentes de inteligencia de los gobiernos nos detecten. Nunca nos tuvieron en cuenta. Nunca pensaron que esta asociación de "nerds", como ellos nos etiquetaban, fuera peligrosa. De hecho, nosotros siempre les hemos hecho saber que nuestros avances en investigación son para el progreso de la humanidad. Ha sido muy fácil engañarlos todos estos años. Pero este movimiento no es ideológico. Nosotros sabemos que las intenciones de los gobiernos actuales de los países más poderosos del mundo son de sometimiento. Este país, en el que ahora vives, llevaba una línea de progreso basada en el conocimiento, en el desarrollo del ser humano, aprovechando los gustos y talentos de las personas. Sin embargo, los países poderosos, vieron este desarrollo como una amenaza para su hegemonía mundial. Ellos derrocaron a tu gobierno actual, tú lo sabes, Franco, y pusieron al presidente que ellos pueden manipular a su antojo. Este país está sirviendo como experimento. Ahora se les someterá más, pero haciéndole pensar a las personas que no tienen que esforzarse, pues el gobierno les dará todo; que todas las restricciones a sus libertades son para su bien. Esto es un engaño maquinado por los poderosos de este planeta...

- Sí, yo sabía que algo andaba mal en estos asuntos, pero no me daba cuenta de ello... ¿Y, entonces, tú vienes a rescatarme, cierto, Jenni, o qué? No soy disidente ni nada por el estilo.

- Déjame terminar de explicarte. Nuestro grupo se llama... "Conexión Gamma". Para las agencias de inteligencia del gobierno (AIG) nosotros éramos blanco de sus burlas. Sin embargo, nosotros nos empezamos a infiltrar en sus cúpulas directivas, aprovechando nuestras aplicaciones tecnológicas. Después nos pusimos en contacto con ellos para advertirles de su error, y de plantearles un camino más humano para la civilización, pero nunca nos escucharon. Claro, eso iba en contra de sus planes de dominación y sometimiento, de su insaciable sed de poder. Nosotros llegamos a atacar varios de sus servidores, pero después hicieron alianzas con grandes firmas tecnológicas y se desató una guerra cibernética. Fue entonces cuando nos empezaron a ver como una amenaza. A muchos de nosotros nos han perseguido. A pocos han capturado o asesinado.

- Entre ellos tu padre, si no me equivoco.

- Nunca supe cómo murió mi padre, pero seguramente fue asesinado por su radical oposición; aunque a veces pienso que sigue vivo en algún lugar, que sólo fingió su muerte. Ahora a nuestro grupo lo llaman "Núcleo Siniestro", y vivimos escondidos, trabajando sin descanso para evitar que lleguen a tomar el control total de todo el planeta. Nuestro objetivo es concientizar a la gente, promover un despertar, abrirles los ojos, buscamos que piensen por ellos mismos, que luchen por sí mismos sin vivir sometidos por el gobierno para poder llevar una existencia plena. Buscamos el desarrollo, promoviendo la lectura, el conocimiento, el progreso científico y tecnológico. Pero no es una tarea fácil cuando durante años se ha manipulado la conciencia de la gente.

- Son sorprendentes tus palabras, Jenni. "Núcleo Siniestro". Qué nombre tan más cruel para su organización. De verdad que han despertado un gran odio gubernamental contra ustedes. Creo que ya no vives tranquila; a donde quiera que vayas te has de sentir perseguida, ¿no así? Los tratan como criminales. Pero no has cometido ningún crimen imagino. Es simplemente una postura válida que has adoptado.

- No; no estoy tranquila hasta que vea un cambio favorable en el mundo. No soy ninguna criminal. Sin embargo, nos tienen miedo, nos persiguen porque tenemos conocimientos muy avanzados en ciencia y tecnología. Y, como sabes, el conocimiento es poder.

- Tú eres muy inteligente, Jenni. Siempre lo has sido. Y ahora que has trabajado por tu cuenta, al lado gente tan inteligente y con tu padre, Vladimir, imagino que has desarrollado algo más que bio-chip de comunicación. Pero, me queda una gran pregunta... Después de haber pasado tanto tiempo, tiempo en el que yo no supe nada de ti, ¿por qué has venido a buscarme? No creo que sólo sea para servirme una simple taza de café y servirte yo de conejillo de indias de tus experimentos de comunicación vía un chip que implantaste con "cariño" en mi fuerte pero sensible brazo, ¿cierto?

- ¿Has oído hablar del "Código 13", Franco?

- Vamos, Jenni, no me digas que crees en eso. Yo de niño creía en tantas cosas, hasta que me enamoré de la física; ¡sí, de mi maestra que me daba la materia de física en la secundaria! 

- ¡Qué gracioso! Y...

- ¡Ah!, del "Código 13" ¿quieres saber lo que yo sé? Disculpa, pero no creo en eso, y yo no tengo experiencia al respecto. Lamentablemente no te podría ayudar. Sé muy poco al respecto.

- Bien, pero ¿qué es lo que sabes? Dime lo que sepas, aunque sólo sean simples nociones...

 - De acuerdo. Sólo sé que el "Código 13" es un procedimiento, que nadie conoce exactamente, por medio del cual te conectas a las CPUs de los PLC Siemens S7-300, y puedes extraer información escrita en su memoria pero que está codificada, código que inicia desde el byte de memoria 13. Por eso se llama código 13. Sin embargo, sé que si realizas mal el procedimiento, te cargas la CPU, sin posibilidad de volverla a reparar y se pierde también el código en él almacenado. Pero, ¿para qué te sirve esto a ti? ¿Has manejado PLCs? ¿O vas a aprender ahora PLCs?

- No tengo tiempo para eso. Yo estoy dedicada a otras funciones dentro de mi organización; pero tú tienes el conocimiento, la experiencia, y puedes entrar a casi cualquier lugar donde haya PLCs.

- Entonces, ¿para qué deseas que te hable del "Código 13"?

- ¿Quieres más café, Franco? ¿Recuerdas que este lugar se llamaba antes "El café de don Alfredo"?

- Así, es Jenni. Pero te preguntaba del "Código 13"...

- Aquí pase mucho tiempo con mi amiga Susana. ¿La recuerdas?

- Claro que sí; ustedes dos eran muy buenas amigas. Ella te quería tanto que, a la muerte de su padre, Don Alfredo, dejó la carrera y se quedó a cargo del negocio. Y cuando tú desapareciste, en tu memoria, le cambió el nombre a "El café de Jennifer", ya que no quería que el nombre original le recordara a su padre, pues le ponía triste.

- Es el mejor café del país, y quizá del mundo...

- Ya lo creo. Pero dime, ¿por qué hay tantas muñecas en este lugar? ¿Son tuyas o de tu amiga? ¿Acaso aquí jugaban juntas ustedes dos? ¿Por qué tanto equipo de vanguardia tecnológica adornado con estos juguetes y dulces por doquier?

- Ya no juego con muñecas. Y Susana, tampoco.

- ¿Entonces?

- ¿No te lo imaginas?

- La verdad, no, Jenni. ¿Puedes decirme aclararme este misterio, por fa?

- Sólo déjame terminar mi café.

- Antes de que lo olvide, tengo esta otra pregunta para ti. ¿Cómo diste con mi ubicación? ¿Cómo sabías en dónde me encontraba? ¿Cómo ingresaste a la planta sin que yo te dijera en dónde estaba ubicada?

- ¿No me preguntaste que si yo era espía?

- Pero no lo eres; bueno, tal vez te podría llamar hacker, pero ¿cómo lo hiciste?

- ¿Me permites tu teléfono celular?

- El teléfono! ¡Hasta ahora caigo en la cuenta! Mi teléfono te da mi ubicación exacta en el momento que tú desees saber dónde estoy, ¿cierto?

- Sí, pero permíteme tu teléfono.

- ¿Para qué lo quieres Jenni? Algo me hace desconfiar de ti... ¿Crees que te lo voy a dar? Pues fíjate que...

    De alguna manera su tierna mirada me volvió a hipnotizar...

- Aquí está, Jenni... Espero que lo cuides como yo lo he...

     Primero le sacó la batería, y luego, al resto del teléfono lo aplastó con su bota... Luego lo tomó con sus manos a lo que quedaba de mi celular y lo puso en mi estuche nuevamente.

 

 - ¡No tenía porqué haber hecho eso, Jenni! ¡Era un equipo de última generación! Ahora ¿cómo podré comunicarme?

 Y ella me señaló mi brazo y mi cabeza...

- Bien; menos mal que todos mis contactos los respaldé en mi compu hace unos días... Pero, no tenías por qué destruirlo; yo no soy espía; o más bien, yo no soy buscado por las agencias internacionales de inteligencia ni nada por el estilo...

    Una vez más me miró con esa sonrisa sarcástica.
    Y le dije:

- Ya estoy dentro, ¿verdad?

- No; si tú no lo deseas; nadie te conoce; nadie te ha visto conmigo; nuestra comunicación telefónica ha sido a través de frecuencias seguras.

De pronto ella toma mi taza antes de darle un sorbo y la estrella contra el piso.

- ¿Por qué te enojas? ¿Estás molesta conmigo, Jenni?

- ¡Salgamos de aquí!

- ¿Qué pasa, Jenni? ¿Por qué te alteras de esa manera?

- ¡Son ellos! ¡Seguro pusieron cámaras ocultas en la entrada de la cafetería!

- ¿Ellos? ¿Quiénes? ¿Los del gobierno? ¿Cómo sabes que son ellos?

     Y de pronto escuché los gritos de la gente del café de la planta baja, las sirenas de las patrullas, y el clásico: "¡Ríndanse; los tenemos rodeados!"

- ¡Es el idiota de James Bean y compañía! - exclamó Jenni.

- ¿Acaso este no es un lugar seguro? ¿No necesitan una orden de cateo para ingresar aquí? ¿Por qué no nos escondemos aquí, Jenni?

Mientras tanto, ella abrió una ventana de la estancia (¡sí, del segundo piso!), y me dijo:

- ¡Salta!

- ¡Estás segura? ¡Me podría lastimar!... ¡Está bien! ¡Allá voy!

   Y salté por la ventana, me deslicé por la cortina lateral que sirve para cubrir del sol al establecimiento, y caí de costado en el suelo mojado dando vueltas y llenándome de lodo. Menos mal que no me rompí ningún hueso. Enseguida cayó ella... pero ella apoyó los dos pies en el piso y su mano derecha también, por lo que no se ensució su ropa, ¡como yo! Genial, es lo malo de no recibir este tipo de entrenamiento siendo un simple ciudadano más...

    Enseguida se quitó su chamarra negra de piel, y me dijo:

- ¡Póntela, rápido! ¡Y el casco también!

    Así lo hice; menos mal que no me quedó muy ajustada, pero sí se sentía algo pesada...
    Y comenzó a llover con fuerza una vez más.
    Con los agentes detrás de nosotros, corrimos hasta la motocicleta, y ella me dijo:

- ¡Maneja tú!

- ¡Estás segura? ¡Yo nunca he manejado una motocicleta!

- Siempre hay una primera vez. No es tan difícil; vamos, sube, ¡no lo pienses! ¡Sólo conéctate con ella! ¡Piensa en que la motocicleta y tú son una sola cosa, un solo ente, un solo ser!

- ¡De acuerdo! ¡Lo intentaré! ¡Pero no me presiones!

    De pronto escuché los impactos de balas cerca de mí, así que encendí la moto con un poco de su ayuda, y ya los dos en la motocicleta, comencé a avanzar en esta belleza con ruedas... hasta que me estrellé con un bote de basura... Apoyé los pies sobre el piso, giré un poco la motocicleta, y otra vez tomé velocidad, mientras trataba de mantener en equilibrio la motocicleta.

     Rápidamente me incorporé a la carretera, pero tuve que dar un violento giro ya que las patrullas venían en sentido contrario a mí.

     Yo no voltee hacia atrás, pero me pareció que ella llevaba un arma con la cual disparaba en contra de nuestros perseguidores. 

   Tuve que esquivar autos en carretera, cientos de ellos, bueno, no tantos, mientras recibíamos abundantes gotas que las ruedas de los autos levantaban de los charcos formados en el asfalto. El tráfico era más fluido, pero seguía habiendo bastantes vehículos.

    "Vaya! - pensé- manejar una moto es más fácil y divertido de lo que imaginaba! ¡Y hasta logré burlar a la policía!"

    ¡Pero, hablé demasiado pronto, ya que en el cielo apareció un helicóptero que nos seguía de cerca!
Y en el siguiente cruce advertí un retén policiaco, por lo que Jenni me gritó:

- ¡Salte del camino! ¡Sigue por la terracería! ¡Intérnate en el bosque!

    Instantes después, tomé camino por la tierra, o más bien, por el lodo.

     La lluvia entorpecía mi visión, pues las gotas se me acumulaban en el casco, y me eran muy molestas, además de que mi respiración empañaba por dentro la mirilla del casco.

    Ya sólo nos seguía el helicóptero, que por momentos lograba confundirlo, incluso cuando estuve a punto de chocar con algún árbol o piedra grande en el camino.

    Finalmente, encontré un camino de terracería y me incorporé a él.

    Aceleré lo más que pude, y dejé bastante atrás el helicóptero.

    Sin embargo, detrás de nosotros aparecieron dos patrullas más, y volví a acelerar.

    Más adelante había un puente bastante largo y angosto construido sobre un caudaloso río; caudaloso por estar en pleno tiempo de lluvias. Me incorporé al puente, con las patrullas muy cerca de nosotros.

    Al otro lado del puente advertí que estaban apostados otros grupos de policías ya apuntando sus armas contra nosotros.

    No teníamos escapatoria.

    Así que Jenni me gritó:

- ¡Salta!

- ¡Pero, Jenni! ¡Es una caída de más de 20 metros! - repliqué.

- Salta! - me gritó una vez más.

    En esos momentos recordé las palabras que le había dicho a Jenni, que yo saltaría de un puente si ella me lo pidiera, ya que ella tenía un gran poder de sugestión sobre mí...Y con todo y motocicleta... saltamos el puente... al vacío... Soltamos la motocicleta... Durante la caída Jenni me dijo algo así como:

- ¡Regresa a "Un caffè da Jennifer"!

     Instantes después nos hundimos las aguas del río, en medio de la oscuridad, lejos de casa, lejos de lo que había sido mi apacible vida, y tal vez aquí terminaría...

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[Continuará...]

    

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