miércoles, 27 de agosto de 2025

Expediente PLC (00 08H). Conceptos Básicos de Informática

    Sonaba la alarma de mi teléfono a la hora habitual, 5:40 a.m.

    Llegábamos al miércoles 13 del tercer mes del año, y los acontecimientos ocurridos en los dos días previos parecían ser envueltos por la penumbra de mi habitación que me enfrentaban a una realidad que me era difícil de asimilar todavía.

    Me asaltaban miles de preguntas; deseaba saber dónde estaba Jenni; si seguía con vida, si la habían capturado, si me contactaría, si tenía qué regresar a investigar algo a la cafetería, y qué hacer con aquel maletín que dejó en mi casa; por otro lado, me planteaba cómo continuar con mi vida, ya que me encontraba desempleado, tras largos años de servicio en el mundo de la automatización, bajo el régimen de un gobierno que desalentaba el avance tecnológico y se mostraba cada vez más opresivo, persiguiendo a aquellos que no estuvieran de acuerdo con sus planes.

    Y también me planteaba el cómo apoyar a la pequeña Dana en sus estudios universitarios, así como tratar de enmendar la situación en la que había metido a su mamá, arruinándole su negocio, que era su fuente de ingreso.

    Aunque tuve un sueño tan profundo que no recordaba nada de lo que había soñado, todavía somnoliento, me puse mi ropa deportiva, mis tenis marca “runner”, y salí a caminar un poco por los alrededores de la casa acompañado por mis dos queridas mascotas, Hansel y Gretel, mis dos cachorros pastor alemán, disfrutando de los primeros rayos de Sol, del aroma a humedad en el ambiente, con el saludo de los primeros cantos de los pájaros del bosque. Quizá esta caminata, con trotes intermitentes, me ayudarían a aclararme un poco en mis pensamientos.

    Mientras me encontraba en este paseo forestal en compañía de mis lanudas mascotas, recibí una llamada de Susana. Busqué mi teléfono por todos lados, hasta pensé que se me había caído corriendo, aunque luego también me pasó por la mente en que no me lo había traído a correr, que quizá debía esta en casa, cuando, caí en la cuenta que el sonido no venía de fuera de mis oídos, sino que el timbre (que no me enseñó a personalizarlo mi querida amiga Jenni) estaba dentro de mi cabeza, que mi celular había sido reducido a chatarra bajo la bota de mi Jenni. Luego de acomodar estas ideas, me hice consciente de la situación, me concentré en contestar. Reconocí la voz de Susana, quien me pedía seguir instruyendo a la pequeña Dana en esto de la automatización, a compartirle mis conocimientos sobre los PLC’s, pues le serían de mucha utilidad en sus prácticas universitarias. Así que accedí, y quedé de esperarlas en casa a eso de las 10 de la mañana. De improviso estaba recorriendo el sendero de regreso a casa, ya cuando el Sol filtraba sus rayos tímidamente por entre las nubes y el follaje de los árboles. Me sentía repuesto de energía y optimismo.

    Luego de ducharme, de meditar un rato, y prepararme un café y uno desayuno ligero (lo clásico, unos huevos estrellados con tocino y jugo), me puse a limpiar un poco la casa, que se había llenado de pequeños guijarros esparcidos por todo el piso, más su eterno acompañante, el polvo. Al menos, ya había quitado del jardín las gracias de mis mascotas, quienes lo habían convertido en un auténtico campo minado. Aunque hay un patio grande al frente y la casa, ubicada al interior de los muros que marcan el límite con el exterior, y es circundada por un amplio jardín, de tal forma que la casa queda como un islote en la propiedad, mis cachorros siempre eligen un lugar específico para desechar lo que su cuerpo no necesita. He de admitir que son bastante inteligentes y fueron muy bien entrenados.

    Pronto se hicieron presentes mis estimadas visitantes, quienes fueron anunciadas escandalosamente por Hansel y Gretel, que, al parecer, estaban contentos de recibir tan distinguidas personalidades, como si ellos fueran el motivo del arribo de mis visitantes.

    Abrí la puerta y, como era de esperarse, sonrisas se dibujaron en cada uno de nosotros; hasta mis cachorros saltaban de gusto.

- Disculpa la demora -comentó Susana-, pero el chofer del taxi que nos trajo, no daba con el lugar; menos mal que Dana pudo orientarlo gracias a detalles en el camino que memorizó gracias a su extraordinaria capacidad de recordar las cosas.

- No te preocupes, Susana -respondí-; lo importante es que ya se encuentran por acá. Imaginé que tenías vehículo propio y que llegarían hasta acá en tu coche; de lo contrario, no me habría sido de ninguna molestia pasar por ustedes a algún punto de la ciudad.

- No; no tengo coche -replicó Susana, dándole un tono de tristeza a sus palabras-; mis padres murieron en un accidente automovilístico, y, desde entonces, he adquirido un temor muy grande a manejar.

- Lo siento – le respondí con empatía.

- Pero, como conferencista motivacional, que es otro de mis “pasatiempos”, sé que debe llegar el momento en que tengo que afrontar ese miedo y aprender a manejar, pues sé que no hay fundamento real que me impida aprender a manejar. Me he propuesto inscribirme en alguna escuela de manejo y aprender a conducir antes de que finalice este año -agregó Susana, mientras Dana corrí divertida con los cachorros.


- Si gustas, yo puedo enseñarte; no soy severo como instructor, te lo puedo asegurar.

- Gracias, Franco; sí, imagino que serás muy buen instructor, y seguro te tome la palabra, aunque ya eso es muy abusivo de mi parte, pues nos estás ayudando mucho a Dana y a mí.

- Es un gusto ayudarlas; ya sabes que…

    El sonido de un teléfono me interrumpió. Susana me dijo “disculpa”, metió su mano en su bolsa, y sacó su celular. Se retiró un poco, y yo, prudentemente, advirtiendo requería privacidad, me aparté de ella y me dirigí hacia donde la pequeña Dana, quien seguía corriendo por el jardín dejando estelas brillantes con su cabello rubio al ser alcanzados por los rayos del Sol.

- Perdón, Franco – me dijo Susana, quien había finalizado una muy breve conversación telefónica.

- Era el papá de Dana - agregó-, mi ex esposo. Él trabaja como dirigente en el partido que ahora ocupa el poder; como sabes, estamos divorciados, y Dana, aunque bajo mi custodia, sigue en contacto con su padre; pude quedarme con ella con la condición de que se le pusiera un chip a la pequeña para ubicarla en todo momento. Y, al parecer, hoy sí se interesó en saber dónde está Dana, y me hablaba para saber qué hacíamos por acá. Fui breve y le comenté que vinimos a la casa de uno de sus amigos para elaborar una tarea que le encargaron a Dana en la universidad. Y, aunque refunfuñó un poco, no le quedó otra opción que aceptar la decisión, y que para la próxima vez le avise con quién voy, a dónde, a qué hora… en fin; es un controlador empedernido. No sabes cómo es vivir con una persona así.

- No; no lo sé – respondí un tanto inseguro, pues, aunque mantenía mi postura empática, realmente desconocía ese tipo de relaciones, que sólo puedo imaginarlas-; pero debe ser desgastante. Pero, de alguna manera saliste de esa situación; mas creo que, como en la mayoría de los casos como estos, de divorcios con hijos, son precisamente ellos quienes resultan bastante afectados.

- Ya lo creo que sí; no fue fácil, y, efectivamente, muchas veces lo pensaba por Dana; me detenía por ella; soportaba todo de su padre con tal de no perjudicarla. Pero llegó el día en que mis sospechas de que me engañaba, pasaron a ser certeza, y fue allí donde dije “¡se acabó!”; hasta aquí voy aguantar; no importa a qué tenga que enfrentarme, pero he de poner punto final a esta situación; ya no lo soporto. Así que, a los pocos meses, periodo que se me hizo eterno, con luchas y desgaste emocional y físico, en todos sentidos, nos divorciamos. Las cosas cambiaron drásticamente en mi vida. Todo iba bien; desde que lo conocí en la cafetería; era uno de mis clientes; y él, en aquella época, trabaja como militar. Y surgió algo entre los dos. Luego nos casamos, tuvimos a mi hermosa pequeña Dana, una verdadera bendición en mi vida, y, después, dejó el ejército, pues, me dijo, que había conocido a gente importante en el actual partido gobernante. Con el tiempo, descubrí, lamentablemente, a quién había conocido. Siguen juntos hasta la fecha. Siempre me pareció equivocada su idea de alistarse en ese partido, pero no lo convencí; ella lo envolvió casi como una serpiente hipnotiza a su presa. Bueno; ya te platiqué toda mi desafortunada vida, y tal vez te estoy aburriendo.

- Claro que no, Susana – respondí-; siento mucho hayan pasado por todo eso; por otro lado, te agradezco me tengas la confianza para contarme esto con tanto valor; y, sin más qué decir, te expreso mi apoyo; y, pensándolo bien, he sido poco amable al no invitarles a pasar a casa. Qué les parece si pasamos a tomar un poco de agua, jugo, café, chocolate, lo que prefieran.

- ¡Gracias por tu amabilidad! – dijo Susana.

    Pasamos a la casa, todavía procesando esta información, y nos dirigimos a la cocina. Allí tomaron un poco de jugo y luego preparé un poco de café, llenando de un agradable aroma toda la casa, que, aunque se percibía un olor a limpio, ahora todas las fragancias, incluyendo la de los perfumes, se mezclaban creando un agradable ambiente.


    Dana estaba ansiosa de aprender sobre los PLCs, así que las invité a pasar al “laboratorio tecnológico” que había equipado y acondicionado en casa. Nos dirigimos al lugar Dana y yo, ya que su mamá decía tenía que hacer unas llamadas y organizar, en la medida de lo posible, su vida, y se quedó sentada en una silla en la cocina; decía que ella estaría atenta escuchando desde su lugar, pues la cocina estaba casi contigua al taller, y, como el ambiente era silencioso, interrumpido sólo por el canto de los pájaros y un esporádico ladrido de mis cachorros, no tendría problema para escuchar mis explicaciones. Sólo le comenté que, si ocupaba algo, me lo dijera; que en la cocina había algunos víveres y jugos, por si sentía hambre, que se sintiera con la confianza de disponer de lo que deseara.

    En mi taller tenía ya listos mi computadora y un proyector, los cuales eran compañeros habituales en mis otrora cursos de capacitación en las plantas. Había dos sillas y una mesa, y, sobre la mesa, dos manuales impresos de PLC’s, dos cuadernos y dos plumas para que hiciera uso de ellos la pequeña Dana y su mamá… pero, por lo visto, sólo tendría una pupila conmigo. Tal vez su mamá se integraría momentos después… lo cual no sucedió; poco después escuché el estrépito de cacerolas que alternaban con el sonido de utensilios de cocina, puertas y cajones de la cocina que se abrían. Y, pues, no queriendo dejar a mi pupila sin sus lecciones, procuré no prestarles atención a esas distracciones. Suponía le había dado hambre y se preparaba algo de comer…

- ¿Lista, Dana, para tu primera clase de PLC’s? – le pregunté a la pequeña. Con una sonrisa que dibujó de oreja a oreja, me contestó que sí, con entusiasmo.

- Muy bien, Dana; me presento como tu instructor de este improvisado curso de PLCs. Como sabes, he trabajado en la industria como asesor durante muchos años; alrededor de 15; soy ingeniero en electrónica, y conozco varias marcas de PLCs y HMIs, de Siemens, Allen-Bradley, Omron, Schneider, entre otras. De PLC’s y HMI’s hay muchas familias en las diferentes marcas, y a cada día surgen más, por lo que hay que estar aprendiendo de forma continua; así que dominar todo, es una terea casi imposible. Sin embargo, conociendo las bases de la automatización, puedes entender mucho de este mundo. ¿Te resulta muy extraño este mundo de los PLCs? ¿Qué estudias tú, Dana, en la universidad? ¿Filosofía y Letras? ¿Comunicación? ¿Arte? – le pregunté a la pequeña, quien me miró con recelo, como sintiéndose ofendida ante mi forma de bromear.

- ¡No! ¿Cómo crees? Filosofía ya la pasé hace muchos ayeres; fue una materia que la pasé sin problema; Comunicación, pues no; no me llama la atención; quizá en algún momento de mi vida; y de Arte, me gusta mucho, pero no le dedico mucho tiempo; me gusta hacer mis propias muñecas; tengo muchas que yo he hecho; las confecciono de acuerdo al lugar que representen; por ejemplo, si son de Europa, de África, de Sudamérica; y todas llevan un nombre distintivo. Por ejemplo, una de Sumeria lleva el nombre de “Inanna”; una de Egipto, el nombre de “Ísis”; para la cultura inca, “Pachamama”. Es decir, todas se refieren a la "diosa madre" que ha sido personificada en diferentes culturas a lo largo de la historia. Poseo una parte de mi colección en mi casa, pero otras quedaron confiscadas en el negocio de mamá. Pero pronto las he de recuperar – contestó Dana.


 - Así que eres, además de una niña genio, una artista consumada – respondí; y ella sonrió. Y, ¿qué haces con tus muñecas? ¿Las vendes, las regalas, o simplemente, son para adornar tu casa y hacerte compañía? – le pregunté.

- No; no las vendo ni las regalo; están hechas para un propósito especial – respondió Dana.

- ¿Un propósito especial? ¿Cuál será ese propósito? – indagué nuevamente.

- Algún día lo sabrás – me contestó con una sonrisa intrigante, que me recordaba a… sí, a Jenni… Y me quedé en silencio unos momentos, aturdido por esta pequeña geniecillo. Y le volví a preguntar:

- Entonces, ¿qué estás estudiando en la universidad?

- Pues estoy por terminar mi carrera de Ciencias Matemáticas con especialización en Ingeniería en Inteligencia Artificial y Robótica.

- ¡Caramba! Creo que hablas en chino. Una verdadera genio que eres. Quizá seas tú quien debería dar este curso y no yo.

    La pequeña Dana se limitó a sonreír, sabiéndose poseedora de un don especial.

- Eso de la robótica te lo entiendo más, pues hay muchas aplicaciones con robots en la industria. Supongo que por eso te atrae el tema de los PLCs; caza muy bien con la electrónica y la programación.

- Sí; me despiertan mucha curiosidad, y pienso que puedo desarrollar muchas aplicaciones útiles que ayuden al progreso de la humanidad y el equilibrio con el planeta -puntualizó Dana.

- Me da gusto que te intereses por aprender y por aportar algo para el beneficio de la raza humana y el mundo que habitamos – contesté.

- Tú eres también inteligente y sé que has ayudado mucho; y lo seguirás haciendo; tu aportación será importante.

- ¡Gracias, pequeña! Pero tú sí eres un prodigio encarnado – le contesté, aunque me parecían enigmáticas sus palabras.

- Bueno, continuemos; ¿qué te parece? – le pregunté a Dana.

- ¡Sí! – fue su respuesta; raramente, una respuesta corta.

- De acuerdo. Así que, empecemos por lo básico. Supongo ya lo sabes, pero lo tomaremos como un repaso; sólo espero no aburrirte. Ya me dices si nos saltamos el tema. ¿Está bien? – la pequeña asintió. Y agregué:

- Vamos ver nuestro primer tema: señales analógicas y digitales, así como sistemas analógicos y digitales. Y me puedes interrumpir cuando gustes; no te quedes con dudas; puedes preguntarme si el tema no te queda claro.


     Y en mi proyector se desplegaba la dispositiva, perdón, quise decir, diapositiva correspondiente.

“Señal analógica y señal digital”

    Sin mayores contratiempos, pasamos a los siguientes temas, y así estuvimos toda la mañana.

“Ventajas de los circuitos digitales”

    Este tema, también le era familiar. Así que continuamos con:  

“Definición de Hardware”

    Por supuesto, esto también ya lo sabía la pequeña. Y el tema siguiente, igual:

“Definición de Software”

    Ya nos entretuvimos un poco en el siguiente tema, dado que la historia del bit, siempre será interesante de comentar:

“Definición de Bit y su historia”

    Rápidamente vimos los siguientes conceptos, bastante sencillos, por cierto:

“Definición de Byte, Word, Double Word”

    Pasamos a la siguiente diapositiva, y, aunque mostró entusiasmo la pequeña Dana, pronto supe que era un tema que ya dominaba, pues conocía perfectamente bien el tema, a saber: 

"Principales Sistemas de Numeración"

    Llegamos a un tema en el que también se abren buenos temas de conversación, que es:

“Definición de Sistema de Control”

    Por supuesto, este tema tampoco le era desconocido, y lo tenía presente casi todo el tiempo en su ambiente académico. Y, finalmente, llegamos al tema esperado:

“Qué es un Controlador Lógico Programable (PLC)”

    Y, aunque no le resultó nada difícil de entender, advertí que la curiosidad de Dana iba en aumento, haciendo preguntas que, como es de esperarse, había que ir respondiendo conforme se avanzara en el conocimiento de estos equipos, tanto en hardware como en software.

    Ya pasaba el mediodía, y desde hacía un buen rato tanto Dana como yo nos íbamos sintiendo atraídos por el olor proveniente de la cocina. La mamá de Dana se tomó la molestia de elaborar algunos guisados. Y, gustosos de escuchar sus palabras, decidimos suspender la enseñanza: de la misma forma como las palabras “¡Ábrete, sésamo!” hacían que se abriera la cueva donde los ladrones guardaban su tesoro, así nosotros nos dirigimos a la cocina con estas palabras de Susana:


 - ¡A comer!

    Sin duda, había sido una gran mañana, coronada por una estupenda y deliciosa comida. No faltaron mis bromas para con Dana, al preguntarle si era vegetariana, que ese pedazo de chuleta me lo comería yo…

    Por supuesto, su mamá le impediría ser vegetariana o vegana (que está tan de moda), dado que la pequeña está en pleno desarrollo. Claro, tampoco yo lo soy ni su mamá. Así que, sin muchos escrúpulos, agradecimos la comida y disfrutamos del rico sazón de su mamá.

    Poco después del helado, que fue el postre, Susana expresó su necesidad de regresar a la ciudad, pues tenía compromisos que había concertado por la mañana. Así que las llevé en SUV y las dejé en el centro de la ciudad. Nos despedimos y quedamos en vernos al día siguiente para continuar con el curso exhaustivo de PLCs. Y, luego de cargar con gasolina a mi SUV, regresé a casa, sabiendo que me esperaban cuestiones que seguían sin resolver. ¿Qué sería de Jenni? ¿Otra vez desapareció de mi vida para no volverla a ver? ¿Qué hacer ahora? Bueno, de momento a preparar la clase de mañana que ya será más práctica.

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 [Continuará...]

    

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